El enigma de la conciencia: ¿cómo surge en el cerebro? 

La conciencia, esa capacidad que nos permite experimentar el mundo de manera personal y subjetiva, ha sido uno de los enigmas más profundos en el campo de la neurociencia. Aunque hemos avanzado considerablemente en la comprensión del cerebro, la verdadera naturaleza de la conciencia sigue siendo un misterio.  

Desde la antigüedad, filósofos han debatido la relación entre la mente y el cuerpo, pero solo en las últimas décadas la ciencia ha comenzado a explorar cómo la conciencia emerge a partir de la actividad neuronal. 

La conciencia se define como la capacidad de un organismo para percibir su entorno y a sí mismo, y para tener experiencias subjetivas. Incluye la percepción, la emoción, el pensamiento y el auto-reconocimiento, que varían en intensidad y claridad. No se trata de un fenómeno binario, sino de un espectro que abarca estados como la vigilia, el sueño y estados alterados inducidos por sustancias o prácticas como la meditación. 

Un aspecto clave en la investigación sobre la conciencia es la distinción entre la conciencia primaria y la conciencia superior. La primera, o “estado de conciencia“, se refiere a la capacidad básica de experimentar sensaciones y percepciones. La segunda, más compleja, involucra la autoconciencia y la capacidad de reflexionar sobre los propios pensamientos y experiencias.

 Avances en la neurociencia de la conciencia 

En las últimas décadas, los avances en tecnología y metodologías han permitido a los investigadores estudiar la conciencia desde nuevas y detalladas perspectivas. Técnicas de imagen cerebral, como la resonancia magnética funcional (fMRI) y la electroencefalografía (EEG), han revelado qué áreas del cerebro están involucradas en distintos estados de conciencia. 

Geraint Rees (2020) ha destacado la relevancia de la red de modo por defecto (DMN, por sus siglas en inglés) en la autoconciencia. Esta red, que incluye regiones como la corteza prefrontal medial y la corteza parietal posterior, se activa cuando el cerebro no está centrado en estímulos externos. Rees propone que la DMN pudiese ser crucial para la experiencia consciente, facilitando la introspección y el pensamiento reflexivo. 

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Además, Christof Koch y David Eagleman han explorado cómo la actividad neuronal se relaciona con la experiencia consciente. Koch (2021) sugiere que la conciencia surge de la sincronización de oscilaciones neuronales en redes específicas. Por su parte, Eagleman ha investigado cómo la percepción consciente se distingue de los procesos subconscientes, argumentando que la conciencia es una construcción de la actividad neuronal altamente organizada (Eagleman, 2022).

Modelos Teóricos de la Conciencia 

Diversos modelos teóricos intentan explicar cómo surge la conciencia. Uno de los más destacados es el Modelo de la Integración de la Información (IIT, por sus siglas en inglés), desarrollado por Giulio Tononi. Este modelo sostiene que la conciencia corresponde a la integración de la información en el cerebro de manera compleja y coherente, generando una experiencia unificada. 

Otra teoría influyente es la del Espacio de Trabajo Global (GWT, por sus siglas en inglés), propuesta por Bernard Baars y ampliada por Stanislas Dehaene. La GWT postula que la conciencia resulta de la activación de una red global de procesamiento en el cerebro, lo que permite que la información sea accesible para la reflexión consciente y el control ejecutivo. 

Dehaene (2022) ha utilizado imágenes cerebrales para apoyar esta teoría, mostrando que la conciencia está asociada con la activación en áreas corticales distribuidas.

Implicaciones clínicas y futuras direcciones 

Comprender la conciencia tiene importantes implicaciones clínicas. La investigación sobre los estados de conciencia puede mejorar el diagnóstico y tratamiento de trastornos neurológicos y psiquiátricos, como el coma, el estado vegetativo y los trastornos de la percepción. Identificar los correlatos neuronales de la conciencia podría facilitar el desarrollo de nuevas terapias para estos estados. 

La investigación futura en neurociencia debe seguir explorando cómo la actividad neuronal se relaciona con la experiencia consciente, incluyendo el desarrollo de modelos más precisos que integren los avances en tecnología cerebral. Anil Seth (2023) sugiere que la conciencia debe entenderse no solo como un proceso neuronal, sino también como una interacción dinámica entre el cerebro, el cuerpo y el entorno. 

A pesar de los avances significativos, la conciencia sigue siendo uno de los grandes misterios de la ciencia. Con el progreso continuo de la tecnología y el conocimiento, ¿lograremos algún día desentrañar completamente el enigma de la conciencia y comprender cómo surge la experiencia subjetiva a partir de la actividad neuronal? 

 

Escrito por  MSc. Daniel Herrera Albán, Docente/Coordinador de Laboratorios y Clínica de Simulación- FACSBH; y Paula Sofia Padilla Torres, estudiante de la Carrera de Medicina de la Universidad Indoamérica. 

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