En la actualidad, la capital de Italia ya no es tan admirada por los civitas del mundo, debido a que en ella yacen tan solo vestigios históricos del más grande, temible, egregio Imperio jamás estudiado. La creación de Roma, tiene sus orígenes en los hermanos Rómulo y Remo -con el objetivo contraste de que solo el primero de los hermanos mencionados es quien la fundó y fue su primer rey- en donde parte de la mitología determina que fueron amamantados por una loba en la orilla del río Tíber -de allí la creación de la famosa estatua-.
En retrospectiva podemos indagar sobre varios aspectos significativos de la vida política, económica, militar e incluso sentimental de los romanos -entiéndase la generalidad entre los patricios y los plebeyos-. Como primer punto de partida, es interesante la transformación de la estructura orgánica y funcional del estado, siendo su génesis la monarquía, posteriormente la república y en la etapa perentoria el Imperio.
Lo analítico de aquello, es que la vida de las clases menos favorecidas y de las mujeres no tuvo cambios significativos, pero sí la de los grandes políticos, jurisconsultos, militares e hijos de ellos.
En este mismo apartado, es menester mencionar los sistemas arcaicos referentes al Derecho, la Democracia y la Representación popular. Si miramos en nuestras cortes, nuestras leyes, y la forma de concebir a la legítima defensa, estamos recordando lo que siglos atrás los romanos crearon. En esta misma línea se encamina el derecho al voto y la conformación de nuestras asambleas (senados).
Pues la gente tomaba como partidario a quien consideraba que defendería sus intereses dentro de la escala gubernativa. En todo caso, en el presente solo se han incorporado nuevas modificaciones a lo que ahora conocemos como poderes.
En el campo militar podemos declarar la incorporación monetaria de forma directa, -debido a que, en toda la vida de Roma, la guerra fue lo más crucial-. La conformación de grandes ejércitos trajo consigo nuevas riquezas -pues robaban los bienes de los vencidos- a través de ello se pudo forjar nuevas armas, armaduras, compra de víveres y lo más importante, pago a los soldados.
Dentro de “Los Grandes Protagonistas de la Historia” podemos mencionar al sanguinario Julio César y a su sobrino Augusto, mejor conocido como Octavio. Siendo este último quien se encontraba en el poder en el nacimiento de Cristo.
Finalmente, podemos indicar el apartado “sentimental” que descansa en los vestigios de Roma, como por ejemplo la muerte de Cayo Julio César por uno de sus afines Décimo Bruto -a quien César le perdonó la vida- en los famosos “Idus de Marzo” donde terminaron con la vida de Dictador con plurales puñaladas por miedo a volver a la Monarquía, empero de que eso no iba a suceder.
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De igual forma, podemos ver el amorío entre Julio César y Cleopatra, así como la relación a escondidas entre la Faraona Egipcia y Marco Antonio -cercano de César-, con el objetivo de llegar al poder y satisfacer sus pretensiones.
Si nosotros estudiamos “La Historia Romana – Los Orígenes – Las Conquistas – El Imperio” de A. Malet. En su última página refiere lo siguiente: “Al final del día podemos indicar que Roma no cayó por la conquista del ejército enemigo, sino por sí misma”.
Esta atribución la podemos indicar en el presente, donde nuestros pésimos gobiernos, la falta económica, el resentimiento, el ansia del poder, la corrupción, la demagogia, y demás provocan la miseria en un determinado territorio condenando así a su caída. -Un ejemplo de ello en el presente sería Venezuela, Cuba, Nicaragua, Estados Unidos-.
En un estudio lógico y personal considero que la “evolución” de nosotros los seres “humanos” -que antes de ser racionales preferimos ser pasionales- está condicionada al estancamiento. Pues, aunque los elementos materiales/tecnológicos en conjunto con las formas organizativas de producción; el nuevo orden social, económico y político han trascendido, seguimos siendo los mismos de siempre, siendo felices en la miseria y buscando redención en el arte.
Desmontando así el “proceso” que hemos realizado, pues no existe una diferenciación entre quienes vivieron hace más de dos milenios atrás que en la actualidad.
Escrito por Andrés Sebastián Barrera Albuja, estudiante de Derecho, Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas, de la Universidad Indoamérica.
