Burnout en profesionales de la salud: un desafío ineludible
En los últimos años, el síndrome de burnout se ha consolidado como una de las principales problemáticas que enfrentan los profesionales de la salud. Este fenómeno, caracterizado por el agotamiento emocional, la despersonalización y la reducción de la realización personal, afecta no solo la calidad de vida de los trabajadores, sino también la atención brindada a los pacientes. Según Maslach y Leiter, el burnout surge como una respuesta desadaptativa al estrés crónico laboral, especialmente en entornos con alta presión y demandas constantes (Maslach & Leiter, 2016).
Una creciente prevalencia: antes y después de la pandemia
Diversos estudios han puesto en evidencia un incremento en la prevalencia del burnout entre los trabajadores de la salud en los últimos años, especialmente agravado por la pandemia de COVID-19. Antes de 2020, la incidencia ya era preocupante; sin embargo, la crisis sanitaria exacerbó los factores de riesgo, como las largas jornadas laborales, el riesgo de contagio y la falta de recursos adecuados.
Por ejemplo, un estudio realizado en España encontró que más del 50% de los médicos y enfermeras presentaban niveles significativos de burnout durante los picos de la pandemia (Montgomery et al., 2021).
De manera similar, investigaciones en América Latina muestran que los residentes médicos constituyen un grupo especialmente vulnerable debido a las largas horas de trabajo y la presión inherente a su formación. Estos factores no solo impactan su bienestar emocional, sino que también afectan negativamente sus relaciones laborales y personales (Medina Gamero et al., 2021).
Comparación de enfoques y estrategias de prevención
Mientras que las cifras de prevalencia del burnout varían entre regiones y contextos laborales, los factores protectores suelen coincidir. Estudios recientes destacan la importancia del liderazgo positivo, la comunicación efectiva y el fortalecimiento de recursos personales como herramientas clave para mitigar el impacto del estrés laboral. Por ejemplo, un enfoque centrado en el “work engagement” —que implica promover el compromiso afectivo y la motivación en el trabajo— ha demostrado ser eficaz para reducir el riesgo de burnout en equipos médicos (Ventura et al., 2020).
Por otro lado, las estrategias institucionales también juegan un papel crucial. En países como Finlandia, se ha implementado con éxito la optimización de los turnos laborales, pausas obligatorias y programas de apoyo psicológico, logrando una disminución significativa de los síntomas de agotamiento entre los profesionales de la salud (Airila et al., 2019). En contraste, en algunos países de América Latina, la falta de recursos y políticas laborales adecuadas sigue siendo una barrera importante para abordar este problema de manera integral.
Más allá de la prevención: el desafío del autocuidado
Aunque las instituciones tienen una responsabilidad evidente en la implementación de estrategias de prevención, el autocuidado personal también es fundamental. Actividades como la meditación, el ejercicio físico y el establecimiento de límites laborales han mostrado ser herramientas efectivas para mejorar el bienestar individual. Sin embargo, la eficacia de estas medidas depende en gran medida del apoyo estructural y cultural en el entorno laboral (Manzano-García & Ayala-Calvo, 2020).
El burnout en los profesionales de la salud no solo es un problema individual, sino un indicador de fallas sistémicas en los entornos laborales. Abordar esta problemática requiere un enfoque multidimensional que combine cambios estructurales, programas de apoyo emocional y estrategias de autocuidado.
¿Qué más se podría hacer, desde el nivel individual hasta el institucional, para garantizar un entorno saludable y sostenible para los trabajadores de la salud? Te leemos en los comentarios.
Escrito por: MSc. Daniel Herrera Albán, Docente/Coordinador de Laboratorios y Clínica de Simulación, Ciencias de la Salud, y Paula Sofía Padilla Torres, estudiante de Medicina, Universidad Indoamérica.