La caída del muro del corral
En el corral, ese muro que separaba a las vacas del este y del oeste se vino abajo de repente, como si una vieja cerca de madera se desmoronara en un instante mágico. Hubo vítores, balidos y un alboroto tal que hasta el rincón más oscuro del establo vibró, y de un plumazo, las vacas de ambos lados se encontraron cara a cara, listas para rediseñar el reparto del pasto y la leche a su antojo. Seguimos con el orden muuuuundial.
Pero ¿por qué cayó ese muro tan poderoso? Resulta que, en el lado del este, donde el socialismo prometía repartir el pasto a todos por igual con la ayuda de un encargado del corral, las vacas llevaban tiempo sintiendo que el reparto era un chiste mal contado. En vez de compartir, el encargado dejaba que unas pocas vacas se llenaran la boca con la mejor hierba, mientras el resto apenas podía alcanzar un poquito de pasto seco. La promesa de igualdad se convirtió en un sueño marchito, y el sistema social se desmoronó como un castillo de heno en un día de viento.
Cansadas de ese reparto tan desigual, las vacas del este comenzaron a derrumbar el muro, con la esperanza de encontrar un prado donde el pasto fuera más fresco y la leche más abundante. Ese derrumbe no fue un accidente, sino el resultado de un ideal que no podía alimentar al rebaño: un sueño de igualdad que se desvaneció ante la dura realidad del corral.
Cuando el muro cayó, el corral se llenó de una mezcla de asombro, emoción y, claro, mucha incertidumbre. Las vacas se miraban unas a otras, preguntándose qué harían ahora sin esa barrera que las mantenía separadas. Fue el final de una era en la que el sueño socialista se quedó en un ideal sin sostén, y el comienzo de un nuevo capítulo, lleno de posibilidades para reinventar el reparto del pasto.
Así, en ese instante mágico y caótico, el corral se transformó en un lugar abierto, listo para una revolución en la forma de repartir la leche y la hierba. ¡El escenario estaba preparado para que el rebaño, con todas sus esperanzas y sueños, escribiera la próxima gran página de esta épica historia!
El ascenso de Estados MUUUjidos y el nuevo orden del corral
En medio de la apertura del corral, justo cuando el viejo muro se derrumbó y las vacas de todos los rincones se mezclaron, apareció un grupo de vacas con una actitud que lo decía todo: las vacas de Estados MUUUjidos. Con sus tractores relucientes, destellos de metal y ese aire de “¡aquí mando yo!”, se lanzaron al ruedo y se proclamaron las nuevas reinas del corral.

No tardaron en imponer sus reglas: el corral se transformó en un gigantesco bazar donde el pasto se compraba, se vendía y se regateaba como si fuera el tesoro más preciado. Bajo su mando, la clave para conseguir el mejor pasto se volvió tener el último gadget o el tractor más moderno. Cada vaca, en lugar de pastar tranquilamente, se lanzó a una carrera por acumular herramientas que le permitieran disfrutar de un prado de primera.
En ese entonces, el rebaño era pequeño y los recursos parecían infinitos. Muchas vacas creían que la tierra no tenía límites y que siempre habría suficiente pasto para todos, sin importar cuánto lo explotaran. Esa sensación de abundancia alimentaba el entusiasmo por el progreso, y nadie imaginaba que, en algún momento, el exceso y la ambición podrían acabar dañando el corral.
Te podría interesar: La ciencia ficción altera la historia
El rebaño entero empezó a mirar de reojo el brillante modelo de Estados MUUUjidos, donde el control del corral ya no se ganaba con fuerza, sino con astucia comercial y tecnología de punta. Este nuevo orden convirtió al corral en un mercado deslumbrante, en el que la innovación era la moneda de cambio y el éxito se medía en cuántos gadgets podías acumular para conquistar el prado. ¡Una era en la que el sueño de un pasto sin fin parecía estar al alcance de todas las vacas!
El auge del consumismo y las redes sociales: el daño al corral
Pero, como en toda gran historia de vacas ambiciosas, el brillo de los gadgets y tractores se volvió un espejismo. El corral, que se había convertido en un enorme centro comercial, empezó a descarrilarse. Cada vaca se lanzaba a comprar lo último y lo más reluciente, sin darse cuenta de que, al final, el pasto seguía siendo el mismo, aunque ahora viniera en envases bonitos y con anuncios que prometían felicidad.
Las redes sociales se apoderaron del corral, transformándolo en un escaparate gigante. Cada vaca quería presumir su nuevo tractor, el gadget del momento o la moda más moderna para pastar con estilo. Los “likes” y “shares” se volvieron el pan diario, y pronto el corral se llenó de ostentación. Lo importante ya no era cuánto pasto había, sino cómo se veía al consumirlo, como si la imagen valiera más que el alimento real.

Este frenesí de compras y apariencias empezó a dañar al corral. La sobreexplotación de recursos y la obsesión por lo nuevo hicieron que el prado se fuera agotando, dejando cicatrices en el terreno y a muchas vacas con menos pasto fresco. Sin embargo, no todas las vacas se dejaron llevar por el derroche. Por ejemplo, en una parte del corral surgieron las vacas Nórdicas de Bienestar (¡las “Vacas Frías”!) que, mezclando la libertad de comprar con un poco de orden, trataron de cuidar el pasto para que no se agotara y que todas pudieran comer.
En otro rincón, las vacas Peronistas –esas que se hacían llamar “Vacas del Pueblo”– se alzaron en respuesta al imperialismo capitalista, prometiendo que el pasto y la leche se repartieran de forma más justa para que ninguna vaca se quedara sin su ración, sin importar que el brillo de los gadgets les hiciera ojitos a todos.
Mientras tanto, en otras partes del corral, las vacas socialistas de RUUUsia y las vacas comunistas de La República Vacuna de China se mantuvieron firmes con sus ideas de repartir el pasto de otra manera, dejando una puerta abierta para debatir cómo esos modelos sobrevivieron al derroche y al consumismo desenfrenado.
Así, el corral se adentró en una era en la que el exceso y la imagen importaban más que la calidad del pasto. Quedó claro que, cuando el consumismo se descontrola y las redes sociales dictan el ritmo, el corral sufre y se daña. Este es el escenario que preparó el camino para la siguiente etapa de nuestra historia, donde la tecnología y la inteligencia artificial se alzarán para reestructurar de nuevo el orden del pasto.
Hacia un nuevo horizonte en el corral
El derrumbe del muro y el ascenso de Estados MUUUjidos transformaron el corral para siempre, dejando cicatrices profundas en la forma de repartir el pasto y la leche. El corral se convirtió en un inmenso centro comercial, donde el consumismo se apoderó de cada rincón y hasta las vacas empezaron a soñar con tener el último gadget para pastar con estilo.
Pero, ojo, que en medio del brillo de escaparates y el zumbido constante de tractores relucientes, se asoma un futuro sorprendente. No solo el modelo capitalista de Estados MUUUjidos brillaba en el corral, sino que también las vacas ruuusas y chinas, con sus ideales de reparto un poco distinto, se mantenían firmes, dejando abierta la puerta para una nueva configuración global. Estos modelos, junto a los emergentes BRICS, son una señal de que el orden del corral está a punto de dar otro giro radical.
¿Será que, en un futuro no muy lejano, la inteligencia artificial y la unión de estos nuevos poderes reacomodarán el pasto de maneras que ni las vacas más avispadas se imaginaron? Este horizonte, marcado por una fusión entre consumismo desmedido, tecnología de punta y nuevos titiriteros del corral, prepara el terreno para la siguiente etapa de nuestra epopeya vacuna.
¡Prepárate, porque en el Pasto 4 el corral se transformará de formas tan sorprendentes que te dejarán con la boca abierta, mientras se redefine el reparto del pasto y se forja el nuevo orden mundial!
Escrito por Juan Pablo Santamaría, coordinador carrera de Derecho, Sede Quito. Universidad Indoamérica.
¡No te vayas sin calificar nuestro artículo!
Total 0 Votos0%0%Tell us how can we improve this post?