La depresión es una enfermedad mental que afecta a la mayoría de la población y el número de personas que la padecen esté aumentando mundialmente. Los adultos mayores se encuentran predispuestos para padecerla. Y es que, el empleo de estrategias desde la psicología positiva posibilita a los adultos mayores con depresión lidiar con el trastorno desde un enfoque alternativo.
¿Cuáles son los síntomas que puede presentar un paciente con depresión?
Pueden incluirse síntomas emocionales, cognitivos y conductuales dentro del cuadro, aunque sin distinciones para las diferentes edades al evaluar y diagnosticar la enfermedad.
•Síntomas emocionales: tristeza persistente, pérdida de energía, cansancio, sentimiento de inutilidad, irritabilidad y ansiedad, sentimientos de culpa, impotencia, soledad y nula proyección de futuro.
•Síntomas cognitivos: pesimismo frente al presente y el futuro, ideas de suicidio o muerte, dificultades de memoria y concentración, para evocar recuerdos y tomar decisiones.
•Síntomas conductuales: aumento o pérdida de peso, desinterés por actividades que antes se disfrutaban, insomnio o somnolencia y conductas solitarias.
¿Qué factores de riesgo podemos tener?
•Aspectos biológicos: refieren a la predisposición genética determinada por el padecimiento de la enfermedad de familiares directos, tales como padres o hermanos. Pueden presentarse procesos neuroquímicos que contribuyan a que la depresión aparezca, como la transportación inadecuada de serotonina y niveles bajos de noradrenalina.
•Aspectos ambientales: pueden considerarse sucesos importantes de la infancia, situaciones económicas, laborales y pérdidas que puedan causar conflictos.
•Aspectos psicológicos: finalmente, las creencias y procesos mentales suelen influir en la depresión, generando una interpretación errónea de los acontecimientos reales.
¿Qué pasa con los adultos mayores y la depresión?

Con el envejecimiento progresivo, los seres humanos debemos atravesar distintos deterioros, como son los físicos, psicológicos y sociales, que impactan específicamente en la salud mental. Suelen asociarse con repercusiones negativas porque los cuadros depresivos leves y moderados se presentan en mayor proporción si se los compara con jóvenes y adultos.
Tratamiento psicológico:
Este tipo de tratamiento no presenta ningún efecto secundario e implica bajos costos al compararlo con un tratamiento meramente farmacológico. También contribuye con los síntomas cognitivos, contemplando que los adultos y adultos mayores son los que mayor adherencia presentan frente a este tipo de tratamiento.
Así pues, los tratamientos psicológicos más eficaces buscan la reducción de la sintomatología. Y, entre algunos, puede encontrarse la terapia de activación conductual, el tratamiento cognitivo conductual, y la terapia de aceptación y compromiso.
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¿Qué es la psicología positiva?
Es un movimiento que surge en oposición a las interpretaciones psicológicas negativas vinculadas con las enfermedades mentales, después de la Segunda Guerra Mundial. El enfoque se centró en el bienestar, la felicidad y aspectos vitales positivos, pronunciándose como movimiento en la primera década del s.XXI, donde obtiene su mayor auge. Posibilita, así, una constante reflexión sobre el concepto de salud y su aplicación a los adultos mayores.
Cambio de perspectiva en el envejecimiento activo
En los últimos años, las intervenciones con adultos mayores han buscado estimular la autoestima, las habilidades sociales, el manejo del tiempo libre y el autocuidado. Por lo que la psicología positiva como un recurso de atención, es considerada una intervención preventiva de patologías o compensatoria a nivel de la calidad de vida.
Dos tipos de bienestar
El primero, alude a una vida en la que existen elevados niveles de satisfacción, acompañados de afecto positivo en distintas áreas. Por otra parte, el segundo, plantea al sentimiento de felicidad conectado a la experimentación de desafíos, objetivos y crecimiento personal.
Actualmente, se han intentado contemplar ambos bienestares por ser considerados igual de importantes para la promoción de la salud y prevención de la enfermedad.
En este sentido, podría afirmarse que el bienestar y la calidad de vida actúan como factores protectores atenuando las enfermedades.
Así pues, se visualizan beneficios físicos y psicológicos, bajos niveles de enfermedad mental, así como niveles elevados de optimismo y resiliencia. Asimismo, diversos estudios han demostrado que entrenar fortalezas personales, como gratitud, optimismo, inteligencia emocional y perdón, podrían reducir los síntomas de ansiedad incrementando el bienestar después de los 60 años.
Escrito por: MSc. Estefanía Alexandra Acosta Yansapanta, Docente/Coordinadora de la carrera de Enfermería- FACSBH; Gabriela Estefanía Tenicota Panimbosa, estudiante de Enfermería, Universidad Indoamérica.