¿Has pensado alguna vez que el fútbol es la hinchada? Este mes inicia el evento deportivo que es capaz de paralizar al mundo, así que te presentamos un análisis sobre esos grupos humanos que se forman a partir de la cancha de césped, y aunque presentan prácticas, comportamientos e ideologías diferentes, buscan una participación protagónica que los ayude a reafirmarse.
La investigación “Barras Bravas en Ecuador. Estudio Iconológico de las Subculturas del Fútbol” de Patricia Salvador, docente investigadora de la Universidad Indoamérica, utiliza el análisis iconológico y etnográfico llevado a cabo en 2013 y 2014, entre barristas de tres equipos de fútbol ecuatoriano. Mediante observación participante y entrevistas expone el microcosmos de los grupos ultras en el Ecuador, como estudio de caso de ciertos procesos de diferenciación, exclusión y conflicto.
Pero Qatar 2022 está cerca y queremos hablar de los hinchas, las barras bravas y el constante cambio que vivimos como sujetos sociales. Dentro de una cultura abarcadora, se conforman grupos a partir de características comunes que permiten a las personas que los integran sentirse identificadas unas con otras, sea cual fuere su condición socioeconómica, étnica o de género. Lo que buscan estos grupos es obtener relevancia social dentro de una cultura general, aunque solo se sientan parcialmente identificados con esta.
Es a través de la defensa de las particularidades grupales como se lucha contra lo que se percibe como homogeneización cultural por parte de la sociedad entendida en sentido amplio, dentro de la cual se insertan dichos grupos con mayores o menores resistencias.
¿Qué son las subculturas?
Los científicos sociales, que investigaron las culturas en los años 60 y 70, encontraron que los llamados jóvenes, categoría humana surgida en la modernidad, solían buscarse entre sí para conformar grupos. Las agrupaciones formadas por los jóvenes tenían como causa el encontrarse diferentes y no identificables con los demás, y los hermanaban prácticas comunes que los distinguían de los otros. Estos grupos también han sido definidos como subculturas, contraculturas o tribus urbanas, por estar fuera de la corriente de la lógica de la cultura que los pretendería englobar.
La escuela de los estudios culturales se refirió a estos grupos analizando ‘teds’, ‘mods’ o ‘skinheads’. Sin embargo, dentro del estudio de las subculturas, este término va más allá de una desigualdad social. Se pueden encontrar grupos que se han conformado a partir de características comunes que les permiten sentirse identificados.
Estos grupos se plantean distinguirse del resto de la sociedad, pero no tratando de excluirse o invisibilizarse de la misma, sino defendiendo una identidad propia, diferente. Las subculturas no se aíslan de la cultura dominante, más bien nacen de la misma, se enfrentan a ella y de ella se nutren. Por tanto, son interdependientes y en constante renegociación de identidades, espacios políticos y exponiendo diferencias que son producidas en contextos particulares y como consecuencia de dicha interacción y de dicho proceso de distinción. Se trataría, más que de negociar la exclusión, de generar prácticas de inclusión diferenciadas.
¿Qué tienen que ver las subculturas con el fútbol?
El fútbol es llamado “mundialmente pasión de multitudes”, masas poblacionales que difuminan y vuelven porosas las fronteras del globo. Una visión menos optimista y marxista lo llama “opio del pueblo”, por cuanto aliena a las poblaciones que lo disfrutan.
El fútbol ha sido pilar de encuentro de sociedades dispersas, en donde sus miembros se han reconocido e identificado para cohesionarse, encontrando similitudes que los acercan y los llaman a formar parte de subculturas y a adoptar diferencias que los alejan de la cultura parental.
Estos grupos que se (re)producen alrededor del fútbol, no terminan en él. Van más allá del minuto 90 de un partido, tienen sus propios matices contextuales, son una constante en muchos países alrededor del mundo, (barras bravas en Latinoamérica, ultras en España, tiffosi en Italia y hooligans en el mundo anglosajón, etc.).
Subculturas del fútbol en Ecuador
En Ecuador, las subculturas deportivas que se construyen en torno al fútbol y que se les denomina “barras” son grupos perfectamente identificables, que tienen una autoproducción simbólica constante y funcional, porque se van validando en cada encuentro. Estos grupos aceptan la pertenencia y mimetizan sus comportamientos, adjudicándose un imaginario que regirá sus conductas y que los llevará a obtener un sentido de identidad y de territorialidad, el cual adquieren desde el momento mismo de la aceptación al equipo para después constituirse como colectivo, compartiendo cosas en común y reclutando nuevos adeptos. Dentro de las barras bravas, como subculturas, el estilo de vestir, la cromática, los gestos, los cantos, las arengas, las banderas y las pancartas son parte del ritual.
Acudir a un estadio el día de partido es la actividad protagónica que revela el ritual del fútbol, donde el barrista despliega toda su energía acumulada. Las barras bravas dentro de su capital simbólico crean información gráfica que los define como individuos dentro de la sociedad y del campo de acción subcultural al que pertenecen, y que muestran cómo quieren ser vistos por el rival en la cancha y sus aledaños, además se inscriben como referentes para los hinchas de la misma barra, siguen sus canciones, el ritmo del festejo en gradas y adoptan su producción gráfica y la reproducen.
¿Te identificas con alguna barra de fútbol? Cuéntanos tu experiencia y cómo vives el ritual del fútbol.
Fuente consultada:
“Barras Bravas en Ecuador. Estudio Iconológico de las Subculturas del Fútbol”, Patricia Salvador Sarauz de Universidad Indoamérica y Eleder Piñeiro Aguiar de Universidad San Gregorio de Portoviejo, Centro de Investigación recuperado en https: //www.researchgate.net/publication/333634142, con fecha 21 de octubre de 2022.
