La arquitectura ha sido, a lo largo de la historia, el elemento más evidente de las sociedades humanas, muestra de sus anhelos, su cultura y su poder. Todo elemento arquitectónico refleja la creatividad de su autor, sin importar su dimensión, desde los grandes edificios que dominan el paisaje hasta las edificaciones que buscan la conexión con la naturaleza mediante una integración con su entorno. Conoce cómo es un taller experimental de diseño arquitectónico.
El taller experimental de diseño arquitectónico busca desarrollar en los estudiantes la creatividad y deseos de probar nuevas formas, materiales y diseños, impartiendo conceptos básicos de arquitectura, pero a su vez trabajando conceptos de arte, creatividad y materialidad, sin dejar de lado el entendimiento del entorno, del usuario y las sensaciones que con estos elementos el concepto del proyecto puede buscar desarrollar.

La creación de esta maqueta representó un desafío significativo que me permitió explorar la materialidad, la espacialidad y la traducción de un concepto arquitectónico en una representación física y funcional. A lo largo del proceso, desde la concepción de la idea hasta la ejecución final, fue esencial mantener la precisión, la paciencia y la creatividad para lograr un diseño coherente y expresivo.
Con la ayuda de mi tutora y sus correcciones logré generar el concepto en el que me basé para desarrollar este proyecto que fue el Shoin-Zukuri, un estilo arquitectónico japonés tradicional que se caracteriza por la fluidez espacial, la integración con el entorno y un fuerte énfasis en la contemplación. Desde el inicio, concebí el proyecto con la idea de lograr una arquitectura que no solo se adaptara al paisaje, sino que también incentiva una relación armónica entre el usuario y la naturaleza.
Pensando en la experiencia de transitar por un bosque, consideré que lo más importante es la conexión con el entorno. Para reflejar esto en la maqueta, diseñé espacios abiertos que permitieran una interacción fluida con el exterior.
Además, no solo me enfoqué en los espacios interiores, sino también en las circulaciones, las cuales fueron diseñadas para adaptarse a la topografía del terreno. De este modo, no solo cumplen una función de tránsito, sino que también crean zonas de pausa y contemplación, ofreciendo al usuario la posibilidad de detenerse, interactuar con los demás y conectar con el entorno.
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La maqueta está organizada en tres espacios principales, cada uno con una función y una identidad propia dentro del conjunto.
En este primer espacio de conexión y transición, incorporé puertas corredizas que permiten una relación versátil entre el interior y el exterior. Estas aberturas no solo brindan flexibilidad espacial, sino que también enmarcan distintas vistas del paisaje, reforzando el diálogo entre la arquitectura y su contexto. El espacio ha sido diseñado para ser adaptable, respondiendo a las necesidades del usuario en diferentes momentos.

Siguiendo el recorrido con un espacio de contemplación y exhibición, el diseño continúa con la misma fluidez espacial, pero en este punto adquiere una mayor sensación de apertura. Aquí, la disposición de los elementos arquitectónicos enfatiza la iluminación natural y la ventilación, proporcionando un ambiente idóneo para la exhibición de arte y la contemplación del entorno.
Un punto clave dentro de la composición es el tercer espacio, cuya característica más distintiva es su techo curvo, inspirado en los techos tradicionales del Shoin-Zukuri.
Este elemento no solo cumple una función estética, sino que también guía la mirada del visitante y resalta la importancia del entorno natural. Su forma fluida crea una sensación de movimiento y jerarquía dentro del conjunto.
En el corazón de la maqueta se encuentra el jardín Zen, un espacio diseñado para la introspección y la serenidad. En línea con la tradición japonesa, este jardín actúa como el núcleo del proyecto, ofreciendo un punto de equilibrio y contemplación. Las piedras dispuestas cuidadosamente evocan paisajes en miniatura, reforzando la conexión espiritual con el entorno.
Cada elemento ha sido diseñado con el objetivo de generar una experiencia sensorial equilibrada, donde la arquitectura, la naturaleza y la tradición japonesa convergen en un mismo lenguaje. La fluidez espacial, la integración con el terreno y el énfasis en la contemplación transforman este espacio en un refugio donde el arte y la arquitectura dialogan armoniosamente con el paisaje.
Escrito por Martina Andrade, estudiante de Arquitectura Universidad Indoamérica.