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Aunque la tendencia universal y humanista del Derecho actual, apunta a la necesidad de establecer una cultura de paz generalmente promovida con el uso de los métodos alternativos de solución de conflictos, sigue predominando la posición adversarial en los procedimientos jurídicos, por lo que, naturalmente, surgen inquietudes que versan sobre cuáles pueden ser las mejores estrategias para que las partes intervinientes se presenten en audiencias en las cuales se discuten derechos y obligaciones ante la administración de justicia.
La litigación oral se entiende como una forma de discusión, de pleito, de confrontación de dos o más partes ante un tercero imparcial que las escucha, les contesta y decide a cuál de ellas le corresponde el papel de merecedor o no, de las pretensiones que ha manifestado argumentadamente en un procedimiento judicial. Como se desprende de lo antes dicho, es una discusión en la que prima la expresión hablada, hay diálogo, contradicción y un argumento coherente en defensa de algún derecho, así se puede entender la litigación oral.Son varias las técnicas que podrían nominarse para aprender a litigar con éxito, pero definirlas y hacer tratados enteros sobre ellas, poco pueden aportar si no se toma en cuenta que un abogado debe, en primer lugar, saber confrontar con seguridad en sus argumentos, mantenerse firme en posiciones sobre las cuales no es conveniente negociar y saber ser flexible cuando hay que dar pasos hacia atrás.
El conocimiento de la ley es tan importante como la actitud que se asume cuando se intenta transmitir ese conocimiento. Se trata pues de saber acordar hasta cuando no se está de acuerdo y tener presente que, en una disciplina como el derecho, la personalidad e inteligencia emocional del abogado son parte intrínseca de todo lo que es su reputación y conquista en el litigio.
¿Cuáles son las habilidades y/o actitudes de abogado litigante?
Antes de hacer referencia a las técnicas formales para litigar, tema e especial relevancia para los abogados recién egresados, se hará referencia a las habilidades o actitudes que debe tener los litigante, entre las cuales se destacan:
- Dominio del ego
- Pensamiento complejo
- Determinación sobre sus pretensiones
- Agilidad en la toma de decisiones
- Paciencia
- Empatía
- Adecuación del leguaje al nivel del interlocutor o interlocutores
- Ausencia de temor para debatir
- Reconocimiento de la imperfección humana (esto es, el permiso para fallar y su consecuente aceptación
Más específicamente, se pueden mencionar también:
El autoconocimiento, entendido como el conjunto de saberes sobre la propia personalidad, sus alcances y limitaciones. El abogado litigante antes de hablar debe reconocer sus fortalezas y deficiencias. Debe dudar para poderse autocuestionar y aprender mejor de lo que ocurre, así puede acumular buenas experiencias. El abogado que es humilde y se reconoce imperfecto, sabe identificar el momento de preguntar, de revisar su saber, de hablar y de identificar la pertinencia de su silencio. Debe saber en qué es más ágil, por ejemplo, si piensa más lento de lo que habla, debe ser pausado antes de proferir una palabra, pero si por el contrario piensa más rápido de lo que habla, debe organizar sus ideas, discernir sobre la utilidad de éstas y hablar solo de aquellas que sirvan para los fines que busca obtener en el momento procesal oportuno.
Estructurar gnoseológicamente sus ideas, es decir, preparar con orden lógico lo que es preciso que conste en actas y hablar organizadamente, con seguridad y determinación. Esto amerita de preparación con antelación. Cuando el abogado se expone a la apreciación de su cliente, su contraparte, el juez o el jurado, debe aprovechar cada minuto y no dispersarse en ideas vagas e innecesarias sino concentrarse en decir aquello que es relevante a los fines de lograr su pretensión.
Escuchar y observar con atención. Mantener una actitud atenta, paciente y empática a las manifestaciones de conducta y palabra de los intervinientes procesales. Esto requiere de concentración, para los abogados nuevos es recomendable llevar acompañantes a las audiencias que sea posible, para que así, haya una mayor cantidad de sentidos puestos en el reconocimiento y descripción de la contraparte, los testigos, el juez, jurados y de quienes sean parte importante conocer para la causa.
Ser creativo. Muchas veces el abogado se encuentra con situaciones inesperadas y en ese momento debe vencer la timidez y el asombro para dar un paso al frente. Ser creativo se ejercita con supuestos posibles, abriéndose a las tormentas de ideas y esto debe comenzar desde la universidad. No se debe temer al profesor porque discutir temas con los docentes y defender posturas razonables, es la sala previa a las salas de audiencias
Ser elocuente, es decir, dominar el idioma que emplea, conocer vocabulario suficiente y pertinente, lo cual se adquiere con la lectura consuetudinaria. Mientras más lectura se realiza, mayor confianza y certeza hay en que la comunicación sea efectiva indistintamente del nivel educativo o instruccional de los interlocutores o receptores.
Cuidar su imagen, lo cual va, desde la higiene personal hasta saber vestirse apropiadamente para demostrar respeto al acto en el que interviene y a quienes estén presentes en él. De esto hay mucha asesoría actualmente.
Respetar el tiempo ajeno. Desde ser puntual hasta limitarse con exactitud al tiempo concedido por el juez para sus intervenciones, son habilidades que se aprenden y se necesitan perfeccionar en la litigación oral porque esto despierta atención, le hace ser claro y directo y demuestra con ello, concentración en los aspectos del debate.
Tener suficiente conocimiento de la materia jurídica sobre la que versa el litigio. Estudiar y actualizarse con anticipación, reforzar lo aprendido. Esto es esencial en la litigación oral y escrita. Tener dominio de una materia, no solamente aporta seguridad personal, sino que edifica la reputación profesional.
Ser paciente y evitar la tentación de ser agresivo u ofenderse fácilmente. Un litigante asertivo reconoce en su contrincante la alteración de sus emociones o sus intentos de manipulación y es capaz de “flotar” sobre esas circunstancias sin perder el enfoque en sus metas. Se está en un juicio para obtener justicia a su favor, de manera ética y profesional, toda conducta fuera de lo razonable debe ser rechazada.
Por último, saber perder. El reconocimiento de que no existe la perfección y de que, en asuntos humanos y sociales, como son los temas de justicia, cualquier factor subjetivo puede producir un resultado no deseado es un plus del abogado litigante. Retirarse oportunamente de la contienda, transigir, negociar o aceptar la derrota, es importante para seguir en el ejercicio con mayor tesón y pasión de avanzar a pesar de la adversidad.
¿Qué técnicas se deben tomar en cuenta en la litigación oral?
La lógica del discurso, la coherencia y el enlace entre las ideas
Como ya se mencionó, si las ideas no se organizan y se expresan en desorden, la defensa será incomprensible. En la litigación oral no se puede permitir el divagar porque el tiempo de participación es controlado y prefijado antes de iniciar la intervención.
La postura
Mantener la espalda erguida y el cuello ligeramente flexionado hacia el frente, produce un mejor ingreso y salida del aire, una mejor respiración y en consecuencia una mejor acústica por salida de la voz. Ni hacia arriba, ni hacia abajo, ni plenamente hacia el frente. Más bien, algo de flexibilidad en el cuello escasamente hacia abajo o a la altura de quienes están sentados, logra una mejor emisión y captación del sonido.
El tono de voz
Hablar con tono firme y alto, en caso de que no haya micrófonos amplificadores del sonido. Nunca gritar, pero si demostrar que no hay temor sobre la postura que se defiende. Se puede decir en secreto y también “a los cuatro vientos” porque lo que se dice es cierto, conveniente y convincente, es decir, útil a los fines pretendidos. Un tono de voz tímido y en exceso recatado, demuestra inseguridad o debilidad.
Controlar la velocidad de palabra
Esto se refiere al número de palabras por minuto que se deben pronunciar en el discurso y adaptarse a la comprensión que demuestra tener el interlocutor sobre la idea que se expone. Es igualmente importante el ritmo y la entonación, hacer las pausas necesarias y respirar con calma para que fluya el entendimiento.
Pensar en silencio
Para evitar producir sonidos mientras se estructura una idea. Como el “mmm”, “bueno”o “ehhh” (muletillas) y similares que son molestos al oyente y generan distracción, con lo cual, se pierde el interés que se desea mantener activo en el receptor de la información.
Mirada con radio de 180 grados
No fijarse en un solo oyente sino tratar de mirar a todos los integrantes en diferentes momentos del discurso. Esto evita tensiones tanto con el público como del expositor consigo mismo. No caminar demasiado cuando es permitido y no gesticular de forma exagerada con los brazos y manos.
En síntesis
La litigación oral amerita de conocimiento instruccional, autoconocimiento y mucha experiencia con el fin de lograr que el abogado asuma una postura protagonista y clave dentro de la audiencia. Para ello, se recomienda iniciar su práctica desde las aulas de formación académica y en todos los espacios de discusión tales como congresos, talleres y seminarios formativos en los que la participación y el aprendizaje colaborativo, sean constantes.
Realizado por:
M.Sc. Abg. Ibely Matos, PhD (C).
Mediadora, certificada en litigación oral.
Certificada en habilidades blandas de liderazgo.
Docente investigadora de la carrera de Derecho, Universidad Indoamérica