“Por quién doblan las campanas”, novela emblemática de Hemingway

No preguntes por quién doblan las campanas.

Doblan por ti

 John Done

La literatura, desde sus orígenes homéricos, planteó tres temas centrales: la guerra, la muerte y el amor. Muchos clásicos se escribieron en torno a estos ejes; las grandes novelas bélicas son, por lo general, también extraordinarias novelas de amor. Ese es el caso de la obra de Ernest Hemingway: “Por quién doblan las campanas”. Publicada en 1940, rápidamente se convirtió en un suceso, al ser uno de los primeros trabajos ficcionales, en lengua inglesa, sobre la Guerra Civil Española.

De hecho, Hemingway participó como corresponsal de prensa en el fratricidio español, lo que le permitió ser testigo de estos acontecimientos sangrientos y atroces. Así, el autor norteamericano seguía su camino literario, fiel a su máxima: se puede escribir bien, únicamente sobre aquello que se conoció de primera mano. Hemingway llevó esta premisa al extremo de documentar cada bomba, cada geografía, cada paisaje para trasladarlo a su literatura.

Asimismo, llevo su particular estilo a dimensiones mayores al utilizar frases cortas y sencillas, sin adornos ni figuras literarias, centrado en contar una historia; pero a la vez, integró la psicología de los protagonistas con monólogos interiores, utilizó descripciones cinematográficas vivísimas de manera trepidante, empleó ráfagas de reflexión profunda sobre la vida, la muerte y el amor.

Y es que, al fin y al cabo, en cuatro días, lo que dura la novela, se puede vivir más intensamente que en cien años. El amor arde en un instante, es fugaz y efímero, el resto son quimeras, sueños imposibles, anhelos que no llegaran. No hay futuro, el presente es lo único que cuenta, parece decir Hemingway. Recordemos la trama de la novela, ahondemos en su contexto histórico, y revisemos algunos de sus elementos destacados.

El argumento sigue a Robert Jordán, alter ego de Hemingway, basado en realidad en Robert Merriman, que no sobrevivió a la guerra, y a quien Ernest y su compañera Martha Gellhorn conocieron en Valencia.

Roberto es un antiguo profesor de español y dinamitero norteamericano bajo el mando de las tropas republicanas, a quien encargaron una importante misión: volar un puente tras las líneas enemigas. El objetivo, de apariencia frágil, reviste una doble complejidad. En primer lugar, la operación se debe ejecutar en conjunto y en coordinación con el avance republicano sobre las milicias levantiscas en Segovia, para impedir que las tropas se muevan sobre el puente, deteniendo la llegada de refuerzos fascistas y colapsando la vía mediante embotellamiento.

En segunda instancia, la explosión se debe organizar con el apoyo de guerrillas republicanas que se ocultan en las proximidades del Cerro de Matabueyes en la Sierra de Guadarrama -desde donde se tiene una excelente panorámica del valle, y del puente- en territorio controlado por los sublevados. El protagonista se enfrenta a este riesgo doble, puesto que no conoce, a ciencia cierta, el momento exacto para derribar el puente; pero tampoco conoce la personalidad, ánimos e intenciones de los guerrilleros, quienes, por supuesto, revelarán sus ocultas posiciones al ejecutar la explosión, lo que conllevará su huida o su aniquilación.

Un narrador omnisciente, pero enfocado en las reflexiones de Jordán, al menos al inicio de la novela, va describiendo a detalle, las acciones, los escenarios y las conversaciones, utilizadas, por otra parte, de manera magistral por Hemingway, no solo para avanzar la trama; sino también para reflexionar sobre la muerte y el amor. Estos diálogos están llenos de expresiones e insultos españoles, que a veces caen en lo vulgar pero que demuestran, con destreza, la riqueza del idioma español para injuriar e insultar.

Otras veces, por el contrario, los diálogos caen en lo irreal, en el sentido de asignar parlamentos de reflexiones políticas a individuos que quizá, por sus circunstancias, no tendrían plena consciencia de estas ideologías. Asimismo, las pláticas y las escenas mantienen elementos folklóricos, que no culturales, como la presencia de gitanos y de la tauromaquia; lo cual fue criticado como una de las falencias de la obra.

Sin embargo, no se debe olvidar la pasión que Hemingway manifestó por España, en la cual vivió entre el mito y la celebridad, entre el folklore y la seriedad, entre la política y la literatura, evitando los dejos intelectuales y con la temeridad de quien se convertiría en leyenda.

Esta temeridad le llevó a enamorarse de las corridas de toro y los festivales de Pamplona, mientras recorría y captaba con asombro los paisajes y las gentes ibéricas, que bien o mal, fueron retratadas en la novela, y, por tanto, trascendieron en el canon como una descripción literaria ficticia del acervo español.

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La Guerra Civil Española fue un atroz acontecimiento que desangró una nación descompuesta, que confronto diversos programas políticos y que devino en la época franquista que conocemos. Los acontecimientos, como todo el mundo lo saben, se suscitaron en medio de una crisis de inestabilidad republicana, después de los bienios reformista y conservador, que propició el levantamiento de una facción del ejército español que dio un golpe de estado el 17 de julio de 1936.

Sin embargo, el golpe resultó fallido y determinó la extrapolación de fuerzas en dos frentes combatientes; aunque en realidad se pueden rastrear múltiples bandos pues las facciones enemistadas estaban fragmentadas internamente, sobre todo en el lado republicano. Así, las fuerzas enfrentadas fueron las nacionalistas y las republicanas. Las nacionalistas o sublevadas estaban respaldadas por parte de las milicias, por la Iglesia Católica, por los terratenientes y empresarios; así como por facciones políticas monárquicas, conservadoras y fascistas, entre las que resaltan la Falange Española. Por otro lado, el ejército popular republicano estuvo respaldado por movimientos obreros, círculos de artistas e intelectuales; así como por partidos políticos republicanos, socialistas, marxistas-leninistas y anarquistas; destacándose el PSOE, la UGT, la CNT, el POUM, y grupos autónomos/nacionalistas catalanes y vascos.

Esta conformación múltiple, de ideologías y partidos opuestos entre sí, fue el caldo de cultivo para el descontento y el caos interno; lo que determinó la victoria del bando fascista mientras los republicanos incluso, llegaron a perseguirse entre sí: verbigracia, la represión y persecución de los trotskistas por parte de los estalinistas, como da cuenta Orwell en su vida y en su obra: “Homenaje a Cataluña”.

En este marco se desarrolla: “Por quien Doblan las Campanas”; en concreto, las acciones se desarrollan en el episodio denominado: “Ofensiva de Segovia”, realizado entre el 30 de mayo y el 4 de junio de 1937. Las operaciones militares republicanas buscaban conquistar Segovia controlada por los fascistas. Como parte de la estrategia, se encargó la misión a Jordán, quien, al inicio de la novela, llegó a la zona cargando sus materiales explosivos para conocer a los guerrilleros.

Los primeros encuentros fueron de la confianza a la desconfianza, de asumir la misión a rechazarla; puesto que los combatientes no formaban parte de ningún ejército regular ni recibieron instrucción militar, no alcanzaron a comprender la magnitud de la estrategia que, por otra parte, como es obvio, debía mantenerse en reserva. Además, los guerrilleros, como decía, entendieron bien que arriesgarse con lo del puente era arriesgar la vida, pues descubrirían sus posiciones y si no alcanzaban a una fuga casi imposible, serían acribillados por la artillería enemiga.

Sin embargo, en medio de todo, resalta el calor humano y la animosidad española, un buen humor que a veces se torna oscuro, conforme avanzan los días previos a la misión y se forjan o se debilitan alianzas entre los personajes. Por supuesto, los guerrilleros, -salidos de un cuadro de Velázquez, según indica Juan Villoro-: Pablo, Anselmo, Rafael el Gitano, Agustín, los hermanos Fernando y Eladio, Pilar, el sordo, y demás personajes cuentan anécdotas bélicas, rememoran espantosas batallas o aniquilamientos tenebrosos, y sueñan con mejores días al abrigo de la bandera republicana.

Pero ningún sueño más hermoso y momentáneo que el amor. Pues entre los guerrilleros se encontraba María, joven rescatada por ellos cuando volaron un tren. María había sido torturada y violada por las tropas fascistas, después de que sus padres fueran asesinados por ser republicanos. La llama entre María y Roberto, el inglés, como ella lo nombraba; encandiló de inmediato. Amor a primera vista, o deseo de amar poco antes de morir.

Pilar, verdadera líder del escuadrón liderado por Pablo, apreció al instante el fuego de los jóvenes y organizó sus veladas cual si de la madre de María se tratara. Al uno y al otro habló por separado para conjurar sus acoplamientos, mientras ellos, un poco arrojados al curso del destino, y otro poco eligiendo por ellos mismos, cayeron en la red del enamoramiento como una salvación.

Cuatro días y tres noches fueron suficientes para conocer la dicha de estar vivo: el deseo y el amor, la esperanza y el placer. Eso es la felicidad: ese pedacito de vida junto a la persona amada. Jordán tuvo, por tanto, una nueva preocupación, además de su misión y de la fuga de sus aliados, se vio absorbido por el anhelo de una vida entera al lado de María; sin embargo, supo que sería imposible, que, en esta guerra, como en todas: sobrevivir es lo primordial. Por eso, lo único que esperaba era volar el puente, que María sobreviva, y, acaso con suerte, que triunfe la república. Como sabemos, lo último no se cumplió.

Antes de volar el puente sucedieron pocas, pero contundentes batallas. En una de ellas, acribillaron al grupo liderado por el Sordo, mientras el grupo de Pablo utilizó una estratagema para ocultarse. Estas escenas están detalladas con concisión y maestría, el lector casi se siente en el campo de batalla escondido tras los matorrales, contemplando y doliéndose por cada muerte. Se retratan, además, las venganzas de guerra ocurridas en retaguardia; de hecho, los crímenes por ejecuciones políticas fueron comunes, exagerados e inhumanos en ambos bandos.

Estas circunstancias producen la reflexión del autor y de los lectores en torno a la muerte; en torno a ese inútil matar o morir de cualquier guerra. Parece que varios de estos personajes justifican las matanzas; pues en dicho contexto, la violencia política, el terrorismo y el asesinato como un medio para imponer ideas o programas políticos estaba no solo aceptado; sino que era la norma, el camino a seguir. La vía armada, la apuesta militar era enarbolada por todos los bandos.

Sin embargo, otros personajes se cuestionan, si bien hay que matar, no se puede regodearse en aquello, ni se puede disfrutarlo, ni desearlo o esperarlo; solo se puede arrepentir, solo se puede confiar en que esta degradación de lo humano permita la victoria y establecimiento de las convicciones de los combatientes.

Blog Quote: Como es obvio, solo un grupo puede triunfar, solo uno puede lavarse la cara y escribir la historia parafraseando asesinatos y torturas como actos heroicos, lamentables pero necesarios. Sea cual sea el bando vencedor; cualquiera hubiera hecho lo mismo.

Llegando al final de la novela, el narrador omnisciente amplía su radar para contar la peripecia de un mensajero que intenta trasladar un mensaje de Rober Jordán, desde las líneas enemigas hasta el Estado Mayor que comanda el ataque. Este trayecto resulto jocoso y cómico, y le da la oportunidad al autor -al igual que la escena del ajusticiamiento a los fascistas en el pueblo de Pablo-, de criticar la exageración comunista y el desorden anárquico que, parecía sembrar el terror dentro de las propias tropas republicanas.

Y aunque Hemingway intente mostrarse objetivo, después de todo es heredero de la crónica periodística, no lo consigue del todo y se muestra alineado con la izquierda socialista y obrera; aunque no con el radicalismo estalinista. Incluso existen teorías que enmarcan las acciones del norteamericano dentro de un contexto amplio de espionaje en donde resultaría un agente secreto de los comunistas, esto debido a su apoyo económico al bando republicano.

Como sabemos, Hemingway fue un trotamundos que estuvo en algunos de los sitios más emblemáticos del siglo XX, haciendo de su presencia una sombra que atraviesa varios acontecimientos históricos. Estuvo en la Primero Guerra Mundial, en el París de la década del 20, en la España de los toros y las corridas, en el África salvaje de cacería, en cuadriláteros de box, en la Guerra Civil Española, y en cuanto sitio de riesgo encontró; pues su vida y su literatura parecen decir que la única vida que vale la pena vivir, es aquella que está al borde del abismo, al filo de la navaja.

Desde la mitad de la obra, y conociendo a su autor, se prevé un desenlace trágico y mortal, como en efecto sucede, cuando el protagonista cae sobre las agujas de pino, como había empezado la novela. Así se cierra un círculo perfecto, una novela total, una obra imprescindible que, a la postre, como toda obra imperecedera: es un relato de amor. Gracias Hemingway por enseñarnos a amar de verdad en el peligro, saliendo de las ilusiones de la monotonía. Gracias por recordarnos que el amor es fugaz o no es, es trágico o no es.

Además, como toda novela de guerra que se precie, su mensaje es antibélico, al demostrar la deshumanización que conllevan las batallas, el anhelo de libertad y la necesidad de esperanza. Por último, y de cara al futuro, se podría considerar la obra como una novela vivencial; pero histórica, pues consigue con acierto y dramatismo, contar una tragedia personal en medio de otra tragedia de escala global.

Una de las mayores tragedias del siglo XX, puesto que una Guerra Civil es un asesinato entre hermanos. Al final, ¿quién había dicho que somos todos hermanos? ¿que nos amemos los unos a los otros? que la literatura nos proteja de nuevos enfrentamientos en esta sociedad polarizada y repleta de fanáticos.

“Por quién doblan las campanas” registra la época en que los ideales estaban intactos y el doloroso atardecer en que fueron acribillados.

Juan Villoro

 

Escrito por Fernando Endara, Docente de Lenguaje y Comunicación, Universidad Indoamérica.  

Instagram: @fer_libros. 

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