El presente artículo es un resultado de la investigación sobre ciencia ficción y la educación en la ciencia.
La idea de seres mecánicos y el término “robot” no surgieron de la mente de un científico brillante, sino que se originaron en la literatura. La ciencia ficción ha sido un terreno fértil para explorar las posibilidades y peligros de los robots, utilizándolos como reflejos de nuestras aspiraciones, miedos y dilemas éticos.
Los inicios
Aunque la representación de seres mecánicos en la literatura se remonta a la antigua Grecia, fue en el siglo XIX cuando los robots comenzaron a tomar forma en la ciencia ficción. Mary Shelley, con su obra “Frankenstein” (1818), aunque no trataba de robots en el sentido moderno, planteó interrogantes sobre la creación artificial de vida que resonarían en futuras narrativas sobre robots.
Sin embargo, fue Karel Čapek, en su obra de teatro “R.U.R.” (Rossum’s Universal Robots) de 1920, quien acuñó y popularizó el término “robot“, además de abordar temas como la automatización, la identidad y la rebelión de las máquinas.
Las tres leyes de la robótica
Durante la Edad de Oro de la ciencia ficción, las historias de robots proliferaron, destacándose Isaac Asimov como un autor clave. En su colección de cuentos “Yo, Robot” y la novela “Las bóvedas de acero”, Asimov no solo ofreció relatos cautivadores, sino que también incitó a reflexionar sobre la naturaleza de la inteligencia, tanto orgánica como artificial. Su mayor contribución fue la creación de las “Tres Leyes de la Robótica”, introducidas en su cuento “Runaround” (1942).
Estas leyes proporcionaron un marco ético para las historias de robots y permitieron explorar dilemas morales complejos, mostrando cómo estas leyes podían ser interpretadas, manipuladas o entrar en conflicto entre sí.
De manera notable, las Leyes de la Robótica de Asimov han influido más allá de la ciencia ficción, inspirando a la industria y a la academia a considerar la ética en el desarrollo de la robótica y la inteligencia artificial, a pesar de ser ideales difíciles de implementar en su forma original.
Las leyes de la Robótica son: (1) un robot no dañará a un ser humano, ni por inacción permitirá que uno sufra daño; (2) un robot debe cumplir las órdenes de los humanos, excepto las que entren en conflicto con la primera ley; (3) un robot debe proteger su propia existencia si esta protección no se enfrenta con la primera o con la segunda ley.
Otros autores
Philip K. Dick, otro destacado autor, exploró la relación entre humanidad y artificialidad en su obra “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” (1968), la cual inspiró la película “Blade Runner”. Sus historias frecuentemente abordaban androides que cuestionaban las definiciones tradicionales de vida y conciencia, planteando profundas preguntas filosóficas sobre la identidad y la realidad.
Arthur C. Clarke también abordó la relación entre humanos y máquinas inteligentes en obras como “2001: Una odisea del espacio“, donde el personaje HAL 9000, una inteligencia artificial que opera una nave espacial, se convierte en un estudio complejo sobre la dependencia, la confianza y el control entre humanos y máquinas.
El autor polaco Stanisław Lem, en su novela “Fábulas de robots” (1964), exploró temas de inteligencia artificial e identidad en contextos abstractos, interesándose por las posibilidades y limitaciones de la inteligencia artificial, así como su impacto en la comprensión humana del universo y de nosotros mismos.
En resumen…
La diversidad y riqueza de enfoques hacia los robots en la ciencia ficción reflejan la complejidad del tema. Desde la exploración ética de Asimov hasta las profundas indagaciones sobre la conciencia de Dick, y desde la coexistencia con IA en Clarke hasta las reflexiones filosóficas de Lem, los autores de ciencia ficción han imaginado un sinfín de diseños y usos de robots, cuestionando y ampliando el futuro de las máquinas inteligentes. Sus obras continúan inspirando tanto a escritores como a científicos, moldeando nuestra visión sobre el futuro de la robótica y la inteligencia artificial.
Escrito por Dr. Cristián Londoño Proaño, escritor, académico e investigador de la Universidad Indoamérica.