“Los robots” de Isaac Asimov 

Nos encanta la ciencia ficción y seguimos obsesionados con el autor ruso Isaac Asimov. Fernando Endara, docente de la Universidad Indoamérica, es lector asiduo de este prolífico autor, y nos comparte su reseña sobre el libro “Los Robots”.

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La palabra robot proviene del checo “robota” significa “trabajo duro”. Su aparición se remonta a 1920 cuando el dramaturgo Karel Čapek escribió la obra: “R.U.R. (Robots Universales Rossum)” sobre una empresa que construye humanos artificiales para aligerar el trabajo de las personas; pero estos terminan revelándose contra sus creadores.

La idea de una entidad humanoide artificial con autonomía, inteligencia y conciencia que se enfrenta o acompaña al ser humano está presente en todos los tiempos y regiones: desde las culturas tribales con sus dioses antropomórfico, hasta las actuales fantasías de la ciencia ficción, pasando por los mitos como los del “Golem” o las construcciones mecánicas de los autómatas.

Fue precisamente Isaac Asimov, uno de los genios de la ciencia ficción, quien empleó por primera vez el término “robótica”, asociado a un campo científico interdisciplinar en donde confluyen la matemática, la física y la mecatrónica. Y es que, los robots y su relación con los seres humanos, es uno de los tópicos paradigmáticos de la obra de Isaac Asimov.

En efecto, a partir de 1940, el escritor ruso de origen judío se dedicó a escribir relatos protagonizados por robots que fueron publicados en diferentes revistas de Pulp -revistas económicas impresas en papel amarillento, de pulpa- entre las que destaca Super Science Stories, editada por John W. Campbell. Estos cuentos y novelas cortas, que presentan a robots con cerebros positrónicos, fueron compilados en diferentes ediciones y formatos por varias editoriales, de manera que, se produjeron algunas antologías que publicaron estos textos. Veamos una de ellas:

Los Robots” de Isaac Asimov, editada y compilada en español por editorial Orbis en 1986 presenta 12 relatos incluidos originalmente en la serie: “The Complete Robots”. El hilo conductor de la antología es la evolución de los cerebros positrónicos de los robots, desde los automóviles automáticos, hasta los robots humanoides que participan en la política. El foco de estas historias, -y de otras sobre robots no incluidas en la recopilación- es la relación entre los humanos y los robots mediada por las 3 leyes de la robótica, estas son:

  1. Un robot no puede dañar a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daños.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes que le den los seres humanos, excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia siempre que dicha protección no entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.

De manera que el leitmotiv de muchos de estos cuentos es el conflicto entre estas leyes, es decir que Asimov coloca sus personajes en situaciones en donde estas leyes se contradicen o se interpretan una por encima de la otra, produciendo inexactitudes en la programación del sistema. Veamos algunos de los textos de esta edición.

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El volumen arranca con “Sally”, un extraordinario relato sobre el desarrollo de vehículos automáticos impulsados por cerebros positrónicos. En el 2057, estos son los únicos coches que circulan por las carreteras. Jake es el propietario de una casa de retiro para automóviles geriátricos que, después de cumplir sus años de servicio, llegan para descansar.

La armonía del lugar se interrumpe cuando Raymond Gellhorn un inescrupuloso hombre de negocios intenta comprar algunos de los cerebros positrónicos de los vehículos para instalarlos en nuevas carrocerías. Algo que, por supuesto, resalta por su falta de ética. Entonces las máquinas, furiosas, dan cacería al embustero torturándolo hasta la muerte.

“Algún día” va de un autómata llamado “Bardo” programado para contar historias fantásticas medievales. Este modelo era algo arcaico, por lo que su dueño Niccolo Mazetti sentía vergüenza; entonces uno de sus amigos actualizó la programación de su autómata quien empezó a contar historias con léxico tecnológico. Por eso, El Bardo se dio cuenta de que existían variados tipos de computadoras diseñadas para aprender o realizar actividades; cerebros positrónicos que serían cada día más poderosos, hasta que… “algún día”.

“Auténtico amor” es otro genial e intrigante relato sobre Joe, un software; y Milton Davidson, su programador. Milton buscaba a su pareja ideal, por lo que le pidió a Joe realizar una serie de análisis de algoritmos para escoger a una mujer. Después de varios cálculos y pruebas de ensayo y error, apareció la elegida.

Sin embargo, cuando Milton le pidió a su IA que arregle las cosas para que la muchacha sea destinada como ayudante a su laboratorio; Joe prácticamente se reveló en contra de su creador acusándolo de abuso de atribuciones, para quedarse con la chica, y resonar juntos, aquella mañana del 14 de febrero.

En el “robot AL-76 se ha extraviado” encontramos una historia sobre un robot perdido, cuyo destino era la luna; sin embargo, terminó en la Tierra. Por tanto, ni sus sensores, ni su programación, ni sus tareas se ajustaron al entorno. Entonces, al ser una máquina diseñada, simplemente se dedicó a su tarea, construir un Disinto, aunque únicamente tuviera un montón de chatarra como materia prima. “Victoria Inintencionada” es otro relato espectacular sobre la exploración y la conquista de la galaxia mediante a los robots.

En un futuro lejano, la Tierra estableció colonias espaciales, una de ellas en Ganímedes. Gracias a la tecnología de la Compañía de Robots y Hombres Mecánicos de los Estados Unidos se diseñaron máquinas específicas acorde a cada necesidad; así, se desarrollaron robots modelo ZZ para una misión espacial en Júpiter. Esta misión de investigación e intimidación encontró a seres jovianos bélicos que buscaron destruir a estos robots prácticamente indestructibles, pues además de no necesitar comer, dormir o recargar su energía, estaban fabricados con aleaciones resistentes a todo tipo de ataque, incluso eran inmunes a las altas temperaturas del sol o a las bajas temperaturas del espacio exterior.

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Así, los jovianos buscaron acuerdos de paz al contemplar la grandeza de lo que supusieron ser: la raza humana, pues nunca se enteraron de que estos robots, eran meras herramientas de sus fabricantes. ¿Lo eran?

“Segregacionista” es un relato sobre la ambición eterna y corrupta de la especia humana, pues el protagonista busca reemplazar su corazón por uno metálico. Un viaje de ida y vuelta en donde los humanos buscan convertirse en robots, mientras estos quieren volverse humanos. “Imagen en un espejo” es un emocionante cuento con tintes policiacos y de misterio. Existían dos profesores que afirmaban haber encontrado una nueva teoría; sin embargo, ambos se acusaban mutuamente de plagio, y ambos indicaban ser los dueños de la idea original.

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Por supuesto, los dos contaban con el respaldo, tanto de la comunidad científica, como de sus ayudantes personales robots. El engranaje de esta historia es la resolución del acertijo a través de la lógica de las leyes de la robótica, y la no-lógica del pensamiento humano. “Primera Ley” es un texto cortísimo donde una fembot, aparentemente se salta la primera ley, es decir, por su inacción deja que un ser humano sufra daño, mientras ella elije salvar a un pequeño cachorro robot: “¿qué es la primera ley, comparada con los sagrados lazos del amor materno?”​ (Asimov, 1986, pág. 92)​.

“Círculo vicioso” es uno de los cuentos más conocidos de Asimov, puesto que pone en conflicto la tercera y la segunda ley de la robótica.

Cuando dos colonos espaciales enviaron a su robot en una misión para encontrar selenio y poner en marcha la operación, o sea, sobrevivir; de súbito, la máquina se perdió. Al ubicarla descubrieron que el robot estaba atrapado en un uróboros: no podía cumplir la orden humana porque acercarse al selenio ponía en riesgo su propia existencia. Entonces los científicos deben resolver la paradoja para que el robot pueda cumplir su tarea y con ello, salvaguardar la vida de todos los personajes. “Satisfacción garantizada” es un relato emocionante y sentimental.

La Compañía de Robots y Hombres Mecánicos realizó un experimento de convivencia humano/robot para reducir los índices de desconfianza de las personas hacia las máquinas. Así, Larry Belmont llevó a su casa a un robot humanoide para que acompañe a su esposa Claire. A pesar de las reticencias iniciales de la mujer, al poco acabó, no solo acostumbrándose a Tony; sino que aprendió a disfrutar su compañía. Así, aunque en la empresa fabricante confían que los robots no tienen emociones y no se pueden enamorar; concluyen que los seres humanos sí pueden. Aun así, resulta extraño que Tony sienta cierta nostalgia al culminar el experimento.

Los últimos dos relatos: “Lenny” y “Evidencia” están protagonizados por Alfred Lanning director de investigación de la Compañía de Robots y Hombres Mecánicos, y por Susan Calvin experta en psicología robot. En “Lenny” una alteración en la configuración provoca un prototipo fallido: un robot que es como un niño, a quién se le debe enseñar todo. Ante la molesta de la compañía, Susan lo adoptó como si fuera un hijo.

En “Evidencia” nos encontramos ante un problema político. La elección del nuevo alcalde de la ciudad. Resulta que uno de los candidatos y fiscal del distrito es acusado de ser un robot. Por tanto, Lanning y Calvin deberán buscar la manera de comprobar la acusación y sacar a flote a su empresa, en medio de los escándalos. Este relato también utiliza la lógica y la contradicción de las leyes robóticas como mecanismo para resolver el misterio presentado. Así se cierra este emocionante volumen que contiene apenas una muestra del universo literario de Asimov.

Más allá de estos relatos, una de las características del prolífico autor es su capacidad para concatenar situaciones y personajes, de manera que, aunque sean relatos independientes, se percibe una especie de historia en común, un hilo conductor que tiene que ver con el desarrollo de los cerebros positrónicos. Artefactos implantados en vehículos, y luego potenciados para construir robots para una amplia gama de labores, incluso más allá de la humanidad y del planeta Tierra. Por eso, son empleados en la exploración de los planetas del sistema solar como mecanismo de contacto, investigación e intimidación.

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Para realizar estos prototipos se elaboraron una serie de reglas, las leyes de los robots, inspiradas en los sistemas éticos de convivencia humana. Estos avances llevaron al auge empresarial de la Compañía de Robots y Hombres Mecánicos que se constituyó en el ente rector de la robótica a nivel mundial, planetario y universal. Con la empresa consolidada y los robots integrados a la cotidianidad comenzaron a surgir ciertas singularidades que podrían llevarnos a pensar que algunos de estos modelos puedan desarrollar una conciencia artificial.

Por eso, aunque los relatos son independientes, se los puede apreciar como una gran historia sobre el desarrollo, la consolidación y las paradojas de la robótica. Uno de los graves problemas es el denominado por Asimov: “complejo de Frankenstein”, lo que el filósofo Günther Anders llama “vergüenza prometeica”. Aquella sensación de inferioridad que siente el ser humano cuando descubre que la máquina es un ser/artefacto mejor condicionado para el trabajo, puesto que el ser humano llego a ser en un proceso evolutivo plagado de defectos; mientras la máquina fue producida a través de cuidadosos procesos biotecnológicos y biomecánicos dirigidos a la optimización. Por eso, se justifica el surgimiento de la “robopsicología” como una ciencia para estudiar el comportamiento robot, y el prestigio de Susan Calvin, como una fría; pero eficiente profesional.

Por supuesto, aunque estos relatos condensan las ideas de Asimov, no son ni los únicos ni los mejores de este ciclo, considerado paradigmático por su enorme impacto en la cultura popular de masas y por su potencial para inspirar y motivar el desarrollo científico y tecnológico de los robots y las IA. Mis historias favoritas fueron: “Sally”, “Algún día”, “Victoria inintencionada”, “Satisfacción garantizada” y “Evidencia”.

En todas ellas, y en las otras, podemos reconocer algunos de los elementos propios de la ciencia ficción de Asimov, como son: un estilo directo sin adornos ni florituras, puesto que le interesaba más contar una historia que brindar una experiencia estética a sus lectores; una reflexión sobre la condición humana, porque la ciencia ficción no es simplemente la configuración de adelantos técnicos y tecnológicos, más bien es intuir como lo humano se integra, se disuelve, se reinventa, se adopta o se destruye a través de estos avances, y; un marcado optimismo en la ciencia y sus posibilidades para imaginar y construir herramientas y aparatos que nos permitan llegar a nuestro destino: la conquista de la galaxia.

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Y es que, al final del día, a más del entretenimiento, el entrañamiento o el desborde de imaginación al que nos invita Asimov, considero que su componente más importante es la ética. Una ética que le permitió plantear tres leyes de la robótica que aún hoy en día siguen vigentes y siguen siendo el norte para los ingenieros y programadores que construyen robots, así como para los abogados, médicos, académicos, filósofos, etc.; que reflexionan sobre el futuro y la convivencia humano/robot.

Que la ética de Asimov permee el desarrollo tecnológico de tal manera que la robótica nos permita alcanzar la paz planetaria y la sostenibilidad salvaguardando la especie. Evidentemente, esto es ficción; en la realidad se diseñan armas con IA para aumentar el potencial bélico de los estados, mientras las industrias utilizan algoritmos para reducir el horizonte de futuro y manipular a las personas en mercados postcapitalistas en donde somos mercancías. Por eso debemos volver a Asimov, para imaginar otras posibilidades tecnológicas a más de las sangrientas opciones que actualmente nos ofrecen los gobiernos y las empresas.

Leamos a Asimov, recordando que la Ciencia Ficción nos habla del presente, de lo que somos y seguiremos siendo.

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Escrito por Fernando Endara.
Docente de Lenguaje y Comunicación, Universidad Indoamérica. Instagram: @fer_libros.

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