Apocalipsis zombi en Ecuador 

¿Te atrae la ciencia ficción?, ¿has visto todas las películas de Netflix sobre zombis? Si es así, seguramente encontrarás en este artículo, una conexión fuerte con los mundos alternativos a través de la novela “Los murmurantes”, de Santiago Páez. El docente de la Universidad Indoamérica, Fernando Endara, dice que “no es una novela postapocalíptica” sino “una bofetada a las costumbres de nuestra época”. Conoce más en esta reseña.

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El apocalipsis zombi se desata en Ecuador. Centenares de no-muertos claman sus quejidos inteligibles, mientras varias pequeñas órdenes religiosas se esfuerzan por conservar la ¿civilización? o por perpetuar la ¿barbarie? “Los Murmurantes” es una novela del aclamado escritor ecuatoriano Santiago Páez; uno de los pocos narradores especializados en ciencia ficción en el país. Publicada en 2020 en la Colección Geek, por Editorial Cactus Pink, la trama nos presenta a Macarena (Maca), numeraria (ciudadana) de la prelatura del Mundus Dei, la Nueva Jerusalén, uno de los pocos resquicios desinfectos de contagio; atravesando atolladeros andinos para cumplir su misión: entregar una carta a una congregación hermana y retornar a su fortín de paredes y dogmas.

En su peripecia plagada de peligros, tropieza con Xoel, soldado jesuita encargado de encontrar el Santo Grial, antigua reliquia que quizá, ordene el caos, explique el origen, el camino, el destino, ¿o no? Juntos emprenden un viaje de descubrimiento interior que nos conduce a la reflexión literaria que plantea Páez. Debo confesar que no soy fanático de los libros y películas con tema zombi, en ocasiones parecen tramas precipitadas carentes de componente crítico más allá del thriller, la persecución o las estéticas gore.

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Sin embargo, “Los murmurantes” no es una novela postapocalíptica, de ciencia ficción o de terror sin más; es, como toda buena novela del género, una bofetada a las costumbres de nuestra época, una radiografía antropológica/social de nuestro presente y un visionado nefasto de lo que podría venir. Para nutrir esta reseña, utilizo las reflexiones del académico Iván Rodrigo Mendizabal (2020); se puede encontrar su trabajo completo en este link: https://ivanrodrigo.wordpress.com/2020/11/14/los-zombis-el-futuro-sobre-los-murmurantes-de-paez/

Concuerdo con Iván Rodrigo (2020), en que el énfasis del libro es la crítica a las posturas religiosas extremas e impositivas. En la novela aparecen tres organizaciones sociales religiosas:

1) El Mundus Dei (visión apocalíptica del Opus Dei), un fortín conservador y de ultraderecha radical en el cuál sus miembros viven como sociedad de clases regida por la fuerza bruta conservadora del macho; mientras las mujeres sufren el castigo por ser el presupuesto de todo pecado. La piedad es la ley y oración es el pan de cada día; mientras la muerte es el precio para cualquier transgresión de la fe y/o del cuerpo.​ (Rodrigo Mendizabal, 2020)​.

2)Los jesuitas, que serían los restos de la actual Orden de San Ignacio, congregación bélica y científica dedicada al estudio, los laboratorios y los libros, responsables de realizar cruentas experimentaciones de ADN animal con resultados catastróficos.

Y, 3)la Orden de los Hermanos Hospitalarios de la Última Cena, confinados en un monasterio en Cotopaxi con el objetivo de custodiar el Santo Grial, (traído a Ecuador en condiciones inverosímiles), son caníbales que poseen la cualidad del canto gregoriano para inmovilizar a los zombis. Tenemos entonces; una facción radical, una cientificista y una prístina/monacal, tres versiones distintas del mismo mal: avaricia, anhelo de poder y manipulación, tres organizaciones cristianas adversarias en la búsqueda de Grial para ¿salvar a las almas?

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Cuando Maca se encontró con Xoel y decidió acompañarlo, dejó de lado los motivos de su propia travesía, escogiendo la liberación interior. Esta decisión fue fruto de un cuestionamiento de los dogmas y métodos del Mundus Dei: renegó de su castidad y se entregó al soldado de piel ardiente y sudorosa, abdicó de su padre y de su gobierno, indagó en su fe, renovada y desvelada de extremismos; aunque casi todo fue inútil, ¿o no? Demasiado tarde, cuando salvaguardaron el Grial, Xoel quedó infecto, su cuerpo y su cerebro se trasformaron en la crisálida de una nueva humanidad.

Después de la aventura, entendemos que un “Murmurante” es un ser a medio camino entre el pasado y el futuro de nuestra especie, un estado omnisciente de conciencia diluida en el todo, un devorador, un semidiós, un ocaso/amanecer, un ente evolucionando o en tránsito, una nueva conexión y estructura química y biocutural, y un dulce rugir poético en las fauces. Los “murmurantes” no murmuran, claman, gritan, vociferan poesía, versos de: César Vallejo, Rosario Castellanos, Wallace Stevens, Georg Trakl, Percy Shelley, Rafael Alberti, Emily Dickinson, Fray Luis de León, Efraín Jara Idrovo, Danny Torres Estrella, T.S. Eliot, Walt Whitman, Constantin Cavafis, Pier Paolo Pasolini, Herman Hesse, Dylan Thomas, entre otros. Estos versos contrapuntean los principios, reglas, mandamientos, preceptos y aforismos de José María Escrivá de Balaguer, fundador de la prelatura del Mundus Dei.

Pero aún más, los mismos murmurantes y sus versos son un contrapunto de las organizaciones religiosas. Cabe preguntarse entonces, en sintonía con Iván Rodrigo (2020), ¿Si ciertas organizaciones religiosas, con el pretexto de la corrupción de las personas (y del mundo), buscan implantar sistemas extremistas e impositivos para salvaguardar lo que creen correcto?

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Los murmurantes” son un aviso metafórico. Sus versos que desafían la convención social, pueden parangonarse a nuestros propios zombies; hombres y mujeres desgarrados que claman sus consignas: organizaciones sociales, feministas, movilizadas, colectivos étnicos, okupas, grupos lgtbi+, hackers, habitantes de la deepweb, gamers, lectores y demás. Vemos como de a poco nuestra sociedad se divide en civilizados y bárbaros, los primeros, defensores del status quo y de los valores tradicionales; los otros, nosotros, abigarrados y bizarros inconformes con nuestras cuerpas, con nuestras leyes o nuestras costumbres.

“La tensión estaría entre la vida racionalizada por la religión y la vida signada por la creatividad poética o literaria” (Rodrigo Mendizabal, 2020, párrafo. 14). Sería este enfrentamiento de paradigmas el que podría desatar el apocalipsis zombi; pero no serían los abyectos o los locos los que enciendan la llama, serían aquellos dispuestos a todo por no perder sus privilegios, dispuestos a todo por conservar el predominio de sus dioses y sus sacerdotes: Páez insinúa que los dogmatismos religiosos nos llevarían al atolladero.

El crítico Iván Rodrigo (2020) es optimista, en su visión: “el mundo que viene es el de los zombis (murmurantes)”, aquí no concuerdo, el mundo que viene es el apocalipsis, y después, solo después, los poderosos encontrarán la manera de conservar sus estandartes, sus dioses, sus leyes y valores; mientras a los “no-muertos” nos seguirán quedando los intersticios, la poesía, los sueños.

Un libro para disfrutar, porque el apocalipsis zombi se avecina. Una novela interesantísima y entretenida. Una obra que critica a los extremismos religiosos debido a su incapacidad para reconocer al otro, para encontrarse en la diferencia. Una obra que nos devuelve a las preguntas: ¿Quién representa la Barbarie?, ¿quién la Civilización?, ¿el dogma o los murmullos? ¿La poesía o la ley? ¿La literatura o Dios? Me quedo con la literatura (¿tú con qué te quedas? y recuerdo su génesis: la literatura empezó cuando los humanos nos dimos cuenta que los dioses son ficciones.

“Podía estar – simultáneamente – en el interior y en el exterior de una manzana, en la vibración de las alas de las libélulas y en el hedor de una serpiente que ataca un ratón y se lo devora. Aprendió – en minutos, quizá en decenios – a recorrer las palabras dichas por los antiguos hechiceros y por todos los cantores; y en los centros de la visión – en su cerebro – se tejieron y diferenciaron los mosaicos que adornaron los muros de Babilonia, los dibujos hechos por los niños en los campos de concentración nazis y las más leves pinturas atesoradas en museos y galerías”.

“Los zombis, según han descubierto nuestros biólogos en la Universidad, son seres en mutación: cambian tanto corporal como mentalmente. En lo corporal, su piel, sus carnes y sus vísceras tienen el aspecto de materia podrida, pero no están en descomposición; son crisálidas de una nueva forma de los cuerpos humanos que aún no se ha manifestado del todo […] En lo mental, no tienen individualidad, sus murmullos, escuchados atentamente, son parte de un solo discurso dicho y repetido por todos ellos, un solo discurso a coro que contiene toda la sabiduría humana y toda la experiencia de nuestra especie mezcladas con nuevas maneras de ver el mundo, que nunca nadie había pensado antes… […]

Los zombis serían una epifanía, una manifestación de lo divino en la vida de la tierra, una manifestación que nosotros no somos capaces de comprender, pero que debemos acompañar y proteger. Estaríamos, con estos monstruos milagrosos, ante la Parusía, que es la segunda venda de Dios al mundo”.

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“El mal es un misterio que supera el entendimiento humano […] Ha de existir el mal para que el pecador reconozca sus faltas y se arrepienta; para que el justo expíe sus faltas en este mundo, gane así mayor gloria en el cielo, y dé buen ejemplo al prójimo con su paciencia para que los hombres viva más despegaos de las cosas de la Tierra, porque esta vida es tiempo de prueba y no de premio. El mal… nosotros hemos sido el mal del mundo, pero nuestros pecados son necesarios”.

Escrito por Fernando Endara.  

Docente de Lenguaje y Comunicación, Universidad Indoamérica. Instagram: @fer_libros.

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