El título de “maestro del terror contemporáneo” le queda corto a Stephen King. El escritor de Maine es un consumado maestro de múltiples géneros siendo un referente de la literatura popular norteamericana de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Una de sus obras de referencia es la novela “La zona muerta”. Su argumento es muy conocido debido a sus exitosas adaptaciones al formato película y al formato serie.
La trama sigue a John Smith, quien después de un accidente automovilístico que lo deja en coma durante 5 años, despierta con una serie de facultades mentales que le permiten cierta clarividencia al tocar a personas u objetos. A partir de aquí, el protagonista entenderá sus facultades como una pesadilla primero, y como una revelación al final. Dicha revelación le conduce a la decisión final, intervenir en el curso de la historia política norteamericana en beneficio de la humanidad.
La narración arranca con Smith, en compañía de su pareja Sarah Bracknell, ambos docentes; en la peripecia de una feria estatal. Los futuros novios disfrutan de una tarde de jolgorio en la feria hasta que se atraviesa una rueda de la fortuna. Esta atracción resulta una de las más destacadas de la feria, por su capacidad para convocar la ludopatía, así como por el carisma de la persona que controla la máquina que busca el obvio beneficio económico. Sin embargo, una extraña y siniestra energía rodea a Smith.
Una premonición que le permite adivinar el curso de la suerte y le lleva a ganar, una y otra y otra vez. La victoria quedó empañada de pronto pues las fuerzas místicas convocadas golpearon a Sarah quien, entre terribles molestias corporales, decidió alejarse junto con Johny de la Rueda. A pesar de la retirada, los arcanos de lo funesto activaron los resortes del destino: Sarah fue a descansar en su casa y John a la suya. En el trayecto, Smith sufrió un cruento accidente automovilístico que lo llevó a una experiencia cercana a la muerte.
El estado de coma es una de las condiciones más extrañas de la existencia humana. Los deudos y familiares jamás saben a ciencia cierta cuanto tiempo tardará la persona en despertar; si es que lo hace. Por eso, el coma se convierte en una cuestión de esperanza y horror.
Asimismo, cuando solo su madre conservaba el ánimo, John despertó después de cinco años para encontrar a Sarah con otra pareja y otra familia. Nadie pudo quitarle el derecho a Sarah de rehacer su vida; pero nadie pudo impedirle tener aún sentimientos por Johny. La recuperación del protagonista fue un proceso lento y doloroso. Por un lado, la recuperación física consistió en extensas sesiones de fisioterapia y ejercicios; por otro, la crisis mental no admitía restablecimientos, era simplemente, un aciago curso hacia la muerte. Caer en coma y despertar, es trastocar por completo la mente, es encontrar una zona muerta en el cerebro: aquel espacio que ni el recuerdo ni la imaginación alcanzan.
Esa zona muerta es el reino de la indefinición, de la posibilidad, de la acción. ¿Cómo reaccionar ante la clarividencia? La madre de Smith, fanática religiosa veía en estas potestades un milagro celestial, una misión divina y una conexión con el padre eterno. Pero no se trata de Abba, Dios amor cristiano, se trata de ese pedante y embustero Dios de las sectas, al que le atraen los extraterrestres, las farsas, los designios, los tarots, las constelaciones y todas las pseudo ciencias.
El Dios de los incautos, no el Dios de los cristianos. Por eso su madre confió en la providencia celestial, en lugar de en medicinas y doctores. Como se esperaba, al poco tiempo la madre de Johny falleció dejándolo con su padre, con sus habilidades y con una horda de acusadores.
En efecto, cuando las facultades de Smith salieron a la luz, luego de un par de incidentes con las enfermeras del hospital en donde salió del coma; la fama, la prensa y los seguidores no se hicieron esperar. Una fama no buscada por supuesto, al contrario de los charlatanes que buscan los aplausos y el dinero de los cándidos, un verdadero clarividente no será reconocido; mas bien será repudiado por las oscuras fuerzas que convoca e invoca.
Así, Johny fue denostado, tratado de impostor y busca fortunas por periodistas y revistas que eran y representaban a los verdaderos impostores. Quieres conocer a un impostor, siempre estará rodeado de aduladores, farsantes e imitadores. Quieres conocer a una persona auténtica y honrada, será excluida de círculos sociales y políticos.
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Las personas prefieren la farsa, mejor dicho, posturas que respalden la farsa en la que viven, antes que personas sinceras que cuestionen las convenciones sociales y políticas. Por eso Jhony se ocultó, porque sus poderes psíquicos eran reales, sobrenaturales, lóbregos. Aún así, Sarah se las arregló para visitarlo y terminar los asuntos carnales que quedaron pendientes. Asimismo, fue encontrado por cientos de personas que pedían ayuda para descifrar los secretos del pasado y del futuro. Para escapar un poco del asedio, Smith consiguió trabajo como tutor de un heredero de importancia. Esta circunstancia lo llevó a conocer el derrotero político y a Greg Stillson.
King despliega más de una línea narrativa a lo largo de la Zona Muerta. En paralelo a la narración de Jhony, el maestro nos muestras las aspiraciones y miserias del aprendiz de facho Greg Stillson. King no tiene contemplaciones a la hora de presentarnos al antagonista, desde su primera aparición nos resulta un personaje detestable pues mata a un perro a golpes hiriendo la sensibilidad del lector desde el inicio. Stillson treparía en escaños empresariales y políticos merced a un programa de rehabilitación de jóvenes que no era otra cosa que una fachada para ocultar una red de mercenarios liderada por el propio Stillson que imponían la ley en los bajos negocios del Estado.
Como cualquier político hábil, Stillson era un miserable. Cuando se encontró con Jhony, la suerte estuvo echada. La premonición le indicó a Smith que Stillson llegaría a la presidencia para desatar ¿una guerra nuclear que devastaría a la humanidad? No sabía a ciencia cierta que se iba a desatar, era una Zona Muerta. Aquel fragmento inconcluso de visión que, en blanco, debía ser completada por las acciones del clarividente. La cuestión era clara: Jhony podía intervenir para impedir o desatar el desastre. ¿Qué harías tú si pudieras regresar en el tiempo para detener a Hitler? Se preguntaba el protagonista al tiempo en que decidía su destino y se lanzaba tras el político. Los lectores, por supuesto, repudiamos a Stillson desde el inicio, y a la vez, empatizamos con el entrañable maestro que pasó por toda suerte de calamidades hasta convertirse en un profeta de la desgracia. Todos queremos una cosa: que muera el desalmado.
Esta es otra joya en la corona de King. Una novela maravillosa y vibrante que nos mantiene en vilo y en espera. No es una novela de acción, en el sentido de grandes acontecimientos, es más bien, una novela de tensión. Que tensiona de inició a fin, que remueve desde un ámbito psicológico. Que, contada desde varias voces, nos dibuja una vez más la sociedad norteamericana. En esta ocasión, se conjugan algunos elementos que sostienen la cultura americana de masas como son las refriegas y debates políticos, así como las pseudo ciencias matizadas con religiones sectarias y predicciones del fin del mundo.
Únicamente King, y tal vez Ryan Murphy, saben manejar este coctel sin desbordarlo, es decir, sin que la trama se note forzada, con la naturalidad de un relato que puede ser verídico y, por tanto, en su realismo es maravilloso. Pasarán los años y quedará el legado del maestro del terror de finales del siglo XX, como una huella de época de los Estados Unidos. King cimentará su legado, digamos lo que digamos sus lectores.
Escrito por Fernando Endara. Antropólogo. Docente Universidad Indoamérica.
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