De manera permanente en reuniones familiares, de amigos, de compañeros de trabajo, se aborda diferentes temas de política nacional e internacional, de acontecimientos que suceden en el mundo y en el país, de deportes, de cultura en fin , se agotan varios temas, pero uno y el más recurrente en padres de familia y educadores, es la pérdida de valores como la honestidad, responsabilidad, disciplina, solidaridad, empatía y lealtad, con generalizaciones como: “ la educación del pasado era mejor”, “la ética, la moral, la cívica deben restituirse en las mallas curriculares de la educación básica y bachillerato”.
Se busca culpables, para unos la tecnología avasalladora, el internet, las redes sociales, el cine, la televisión no tienen límites, Se complementa con la falta de tiempo de los padres de familia para guiar y orientar a nuestros niños.
La pandemia terminó por ahondar la crisis de valores, miles de niños que abandonan sus estudios regulares, el aumento de la pobreza, falta de empleo, enfermedades frecuentes, desnutrición y analfabetismo, migración estallido social, incertidumbre económica complementan un cuadro desolador en miles de hogares ecuatorianos.
A la par la llegada de los jóvenes nacidos a partir del año 2000 y que viven bajo el amparo de los dispositivos móviles (centennials), generación que no conoció el mundo sin internet.
En este escenario se aproximan nuevas elecciones presidenciales y con toda seguridad habrá soluciones mágicas, ofertas demagógicas, programas de gobierno que dicen qué, pero no dicen cómo, dar solución sistemática y real a estos problemas.
Creo que es necesario e imprescindible que profesionales de todas las áreas del conocimiento, alejados de consignas políticas, vayamos construyendo con responsabilidad social, proyectos que permitan a los futuros dignatarios comprometerse a cumplir con una agenda mínima de gestión.