Los géneros especulativos de fantasía y ciencia ficción son propicios para criticar la realidad social; al mismo tiempo en que se distancian de ella. Quizá por ello, las mayores obras del género sean aquellas que, ambientadas en parajes distantes, lejanos o futuros, reflejan los problemas y conflictos del momento en que fueron publicadas. Precisamente, Úrsula K Le Guin, es una autora consagrada por su capacidad para desplegar de manera crítica, a través de la ciencia ficción y la fantasía, cuestiones relevantes al feminismo, la ecología y la crítica social.
“Planeta de Exilio”, publicada en 1966, es la segunda novela publicada por Úrsula K Le Guin, y forma parte del “Ciclo de Hainish”; una serie de historias y relatos conectados a través del Ekumen o Liga de Mundos, una especie de federación galáctica conformada por planetas habitados por seres humanos.
Estos textos son considerados de ciencia ficción blanda, puesto que no ahondan en las técnicas y tecnológicas utilizadas para los viajes espaciales; sino que, utilizan esta ambientación cósmica, futurista, fantástica y tecnológica para poner énfasis en la convivencia de razas y extirpes planteando asuntos relativos a los análisis de la sociología o de la antropología. Los trabajos más notables del ciclo Ekumen son: “La mano izquierda de la oscuridad” y “Los desposeídos”.
En “Planeta de Exilio”, la autora nos presenta a Eltanin, un mundo cuya traslación orbital dura alrededor de 65 años terrestres, por lo que sus estaciones son en extremo prolongadas, lo que determina la dinámica social de sus habitantes. En este contexto florecieron tres especies que, aunque humanas en esencia, mantienen diferencias físicas, sociales y culturales entre sí: los Hilfos que pertenecen al pueblo de Tevar, los lejosnatos que evolucionaron a partir de terranos, y, los gaales o guerreros salvajes.
Lo curioso es que tanto los hilfos, como los lejosnatos se llaman humanos a sí mismos, mientras niegan la humanidad de los otros. Los Hilfos son los habitantes originales de Eltanin, son nómadas que se desplazan en función de los cambios de estaciones a través de distintas ciudades y poblados.
Asimismo, su organización social y cultural se basa en las estaciones, por lo que tienen una época para los nacimientos, otra para las migraciones, y otra para el esparcimiento y diversión. Son pueblos de estructura tribal y ritualidades asociadas con espiritualidades animistas no teológicas.
Están plenamente adaptados a la vida en el entorno de Eltanin; aunque siempre resulta un reto el invierno, pues conlleva un desplazamiento hacia el sur en medio de ventiscas y nevadas. Además, los Hilfos no son los únicos que se trasladan, también lo hacen los gaales, quien arrasan con todo a su paso, por lo que estos trances nómadas constituyen, en muchas ocasiones, escaramuzas bélicas de avanzada y resistencia.
Los lejosnatos, por otro lado, son humanos que se adaptaron a Eltanin, pues arribaron hace varios años procedentes del planeta que lo originó todo: la Tierra. Estos terranos prosperaron a través de adaptación biológica; sin embargo, su población se encuentra en decadencia debido a problemas de fertilidad. Los Lejosnatos son parte de la Liga Galáctica y, en tal virtud, deben seguir un código de conducta que implica no interferir en la evolución biológica, cultural y social de su planeta de exilio; por tanto, evitan utilizar tecnología, entre la que se encuentra la telequinesia, y recurren mas bien, al ingenio para sobrevivir. Los gaales, como ya indiqué, son hordas de bárbaros que, en pleno invierno, buscan refugio en el sur arremetiendo contra Hilfos y Lejosnatos.
Este es precisamente el argumento de la novela: con la llegada del invierno los Gaales se organizaron en torno a un líder en común y, con nuevas tácticas bélicas hicieron su marcha al sur expandiendo sus dominios en una suerte de construcción imperial. Los Lejosnato, al sentirse amenazas buscaron la ayuda de los Hilfos para resistir en común y plantar una guerra a los invasores. Para esto, enviaron a su líder Jakob Agat Alterra a parlamentar con el anciano jefe de los Hilfos de la parentela Wold quien desconfía, tanto de la amenaza que representan los gaales como de las intenciones de los lejosnatos.
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Las cosas se complican aún más, cuando la nieta de Wold, Rolery, conoce a Agat, pues ellos tienen una conexión mental instantánea, lo que otros llamarían un amor a primera vista, o una atracción fatal. Una combustión que los arrasa a pesar de las barreras culturales, a pesar del miedo a lo desconocido y a las represalias de sus pueblos y familias. En efecto, estas no tardan en aparecer: Agat es capturado y golpeado por una de las facciones de la parentela de Wold, mientras Rolery escapa al exilio.
Estos lances pasionales distraen a ambos pueblos de la amenaza de los gaales, quienes acometieron con tanta fuerza, tantos guerreros y tanta violencia que destruyeron por completo la ciudad de Tevar de los Hilfos, quienes fueron casi exterminados. Los pocos sobrevivientes se agruparon junto a los Lejosnatos para resistir en guerrillas.
Fue la llegada del invierno, de la helada perpetua y de los moradores de la nieve, espantosas bestias semejantes a monstruos, lo que detuvo a los gaales y permitió una victoria pírrica de los de Landin y, lo que es más importante, ofreció una esperanza, una expectativa de supervivencia a la pareja recién enamorada.
Aunque la trama parezca algo entreverada, se lectura es amena, ágil, cinematográfica. Úrsula K Le Guin daba sus pininos en la literatura fantástica y de ciencia ficción sin pretensiones, con el objetivo de contar una historia sin centrarse ni en el estilo, ni en la crítica social que le caracterizaría después.
En ese sentido, esta es una obra iniciática en donde la autora; aunque no despega en sus ámbitos más destacados: la ecología y el feminismo, si destaca en su pericia como narradora y en su capacidad para crear mundos fantásticos y tecnológicos como telón de fondo de historias que se centran en la esperanza de un mejor porvenir tamizado por las diferencias culturales.
En “Planeta de Exilio” los ejes temáticos son: la interculturalidad, la guerra y el amor, asuntos predilectos de la antropología. De hecho, los roces entre formas de ser, vivir e interpretar tanto a los acontecimientos como a la otredad resultan el eje de la novela. En Eltanin, como en La Tierra, el encuentro/desencuentro entre pueblos produce extrañamiento primero y miedo después. Este temor se trastoca rápidamente en percepciones y autopercepciones de superioridad o inferioridad; así como en representaciones y autorrepresentaciones construidas en oposición al otro, pues es la alteridad la que define las identidades.
Lo paradójico del proceso es que en el devenir de la construcción de otredades surge el racismo, la jerarquía y la dominación; cuando los procesos de superioridad/inferioridad se expanden surgen el colonialismo y la esclavitud. Por supuesto, en un escenario de interacción intercultural puede surgir el comercio, la guerra o el amor. Acá no surge el comercio; pero florece la guerra y el amor.
Como se aprecia; aunque la trama resalte por su frescura, varios de sus elementos remiten a complejidades de la interacción humana. Esta obra primigenia ya auguraba un futuro promisorio para Úrsula, en el gran desafío de utilizar la ciencia ficción para, desde una perspectiva femenina, aportar a los debates de la antropología, la ecología y el feminismo. Por eso esta novela, como otras de sus obras, nos devuelve a cierta sensibilidad esperanzadora.
En “Planeta de Exilio” no se ganan las batallas, tampoco se consigue la paz o unión entre las distintas especies para soportar las invasiones; pero sí, triunfa el amor. Aunque entre Rolery y Agat no suceden grandes escenas o dramas o tramas amorosas, su sentimiento es real y está conectado a la tragedia de los pueblos durante la guerra.
La literatura vuelve a mostrar cómo, es en medio del caos, en donde surgen relaciones de pareja poderosas, pues es quizá, el último reducto de ilusión. Así, Úrsula K Le Guin nos muestra el camino para el futuro de la humanidad: el amor, la esperanza, el diálogo intercultural para encontrar la convivencia, un diálogo que debe extenderse a la tecnología y al medio ambiente. Úrsula comprende que todos somos un continuum, pueblos, comunidades, animales, plantas, planetas, lenguajes, tecnologías. Por estas razones, “Planeta de Exilio” es una novela ligera; pero profunda, cuyo mensaje nos cuestiona y nos prepara para el futuro que vendrá. Por eso, Úrsula es una iluminada, una profeta y una maestra de la ciencia ficción.
Escrito por Fernando Endara, Docente de Lenguaje y Comunicación, Universidad Indoamérica.
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