Una ciudad no solo debe ser estéticamente “bonita”, sino que también debe cumplir con una serie de parámetros y regulaciones que garanticen calidad de vida, sostenibilidad, inclusión, entre otros. En esta entrega de Blog Indoamérica, Luis Llacas Vicuña, docente de la carrera de Arquitectura de la Universidad Indoamérica nos cuenta a qué desafíos se enfrentan las ciudades latinoamericanas desde la planificación urbana.
El movimiento moderno en el urbanismo y la ideología de “nueva era urbana” (Brenner y Schmid, 2014) tuvieron un impacto significativo a través de un diseño estandarizado de las ciudades, donde se adoptaron muchos principios que hasta ahora se consideran como lo “correcto”.
Si bien estos principios cumplen con la legislación y las regulaciones territoriales, excluyen el aspecto social y la idea de “hacer ciudad” según lo explican Borja y Mayorga (2020) centrándose el diseño en solo la dimensión cuantitativa, es decir, en lo técnico y normativo, y dejando de lado su dimensión cualitativa obteniendo espacios carentes de sentido social (Matilla, 2020).
Ante esta situación, es imperativo que las administraciones locales y la ciudadanía consideren nuevas cuestiones urgentes para un desarrollo adecuado.
¿Cuáles son los principales desafíos?
Uno de los desafíos principales para las ciudades latinoamericanas es la planificación, debido al acelerado crecimiento urbano que escapa del control y previsión de los gobiernos locales derivando en dispersión urbana, donde la ciudad se desvanece en las periferias, exacerbando las desigualdades sociales, como la exclusión social y la injusticia espacial.
Además, la falta de infraestructura y servicios tecnológicos y de comunicación en los sectores y asentamientos informales agrava la fractura y la brecha digital.
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En este contexto, el capitalismo especulativo ha contribuido en depredar tanto el suelo urbano como el rural, bajo la premisa de cubrir el déficit habitacional en la ciudad, pero en complicidad con dinámicas urbanizadoras excluyentes. Esta situación también ha acelerado la degradación de la arquitectura y el urbanismo, con la complicidad de los bancos por la financiación de la ciudad.
¿Cuál es la respuesta desde los gobiernos locales?
Es evidente la impotencia de los gobiernos locales frente a dichos actos por falta de personal técnico e iniciativa de gestión, pese a estar dentro del ámbito de sus competencias. La fiscalización deficiente no permite controlar el crecimiento desorganizado y durante años solo se han limitado a plantear mediante ordenanzas y actualizaciones del código urbano iniciativas para afrontar este fenómeno.
Sin embargo, las actuaciones de las administraciones locales no son suficientes ni ocurren a tiempo frente a la rapidez con la que se originan nuevos asentamientos. En consecuencia, la solución ha sido la regularización de estos asentamientos dotándolos de servicios básicos y buscando su integración en la ciudad, pero sin resolver las causas del problema de fondo.
Por otro lado, desde el sector privado los conjuntos habitacionales cerrados también promueven una ciudad menos incluyente e integrada, a pesar de constituir proyectos aprobados legalmente en los municipios.
Algunas actuaciones acertadas
A pesar de los desaciertos en las decisiones tomadas respecto al crecimiento físico de la ciudad y de la búsqueda de una ciudad compacta sin que esta sea excluyente, respecto a la infraestructura vial desde los municipios se ha fomentado el uso de transportes alternativos al automóvil, como iniciativa que surge con mayor fuerza desde la crisis sanitaria.
El intento de cambiar la cultura de la movilidad actual presenta una resistencia social por parte de muchos actores agrupados dentro de barrios, quienes argumentan equivocadamente que las intervenciones como por ejemplo de ampliación de aceras, colocación de señalización y mobiliario, no les benefician porque les quitan el espacio de parqueo en la vía pública adyacente frente a su terreno que por “derecho” les corresponde como propio.
Esta resistencia justifica la necesidad de promover la cultura y educación cívica en temas como el derecho a la ciudad y los espacios públicos. Otro de los retos actuales de las ciudades es la disminución y eliminación de la brecha y fractura digital.
Se han propuesto diversas iniciativas desde programas sociales, entrega de dispositivos informáticos e implementación de zonas de conexión Wi-Fi en espacios públicos. Sin embargo, la meta aún está muy lejos de ser completada, situación que también se evidenció aún más durante la crisis sanitaria.
¿Cómo abordar los desafíos de la ciudad?
Los retos de la ciudad están de cierta forma conectados e inciden en otras dinámicas del territorio. Es por esto que se deben abordar con un enfoque holístico y considerando la temporalidad de los fenómenos puesto que el urbanismo no es una disciplina estática, teniendo responsabilidad compartida la administración local, la sociedad civil y los actores sociales y económicos.
Los problemas siempre afectarán en mayor grado a los sectores populares y más vulnerables.
Las soluciones a los retos de la ciudad tendrán que considerar como principios la transversalidad, interdisciplinariedad e interescalaridad; además de ser resilientes, teniendo en cuenta el derecho a la ciudad y atenuando las presiones que buscan “urbanizar” la ciudad.
La ciudad debe ser la solución y no el problema, como lo indicaba Lerner, en 2008, y en las ciudades latinoamericanas es crucial colocar mayor énfasis en uno de los objetivos principales identificados por Borja y Mayorga (2020): la gobernabilidad, que implica fortalecer el sistema público para corregir las desigualdades presentes en el territorio.
Soluciones territorializadas para desafíos diversos…
Se debe evitar creer que las soluciones de una ciudad pueden ser exportadas y aplicadas a otras sin restricciones o análisis contextualizados. La diversidad en las ciudades y sus procesos urbanos no pueden ser estimados desde una fórmula global. Si bien se puede hablar de un urbanismo global, las realidades contemplan aspectos propios para cada territorio referidos a lo social, económico y político, lo que las hace únicas.
El espacio urbano deberá tener un papel fundamental siendo un lugar de integración, conectividad y continuidad entre las nuevas áreas y las existentes, considerando todos sus matices y recordando que: “la ciudad nunca debe ser objeto de negocio sino marco para la convivencia y desarrollo de la ciudadanía” (Fariña, 2017).
Escrito por Arq. Luis Llacas Vicuña MSc, Docente de la carrera de Arquitectura. Universidad Indoamérica.
Referencias bibliográficas:
Borja, J., Mayorga, M. (2020). El urbanismo frente a la ciudad actual. Universidad Oberta de Catalunya.
Matilla, X. (2020). La actuación pública en la producción de espacio público urbano. Barcelona: FUOC.
Brenner, N., Schmid, C. (2014). “The urban age in question”. International Journal of Urban and Regional Research (vol. 38, núm. 3, págs. 731-755).Fariña, J. (2017). Smart Cities más transparentes. Recuperado (06 de febrero de 2021) de https://elblogdefarina.blogspot.com/2017/03/smart-cities-mas-transparentes.html