“El mundo es ancho y ajeno”, novela sobre el Perú terrateniente

“Cuando la ley da tierras, se olvida de lo que va a ser la suerte de los hombres que están en esas tierras. La Ley nos los protege como hombres. Los que mandan se justificando diciendo: “Váyanse a otra parte, el mundo es ancho”. Cierto, es ancho. Pero yo, comuneros, conozco el mundo ancho donde nosotros, los pobres, solemos vivir. Y yo les digo con toda verdá que pa nosotros, los pobres, el mundo es ancho pero ajeno”.

Ciro Alegría – El mundo es ancho y ajeno.

Ciro Alegría, sin lugar a dudas, es uno de los escritores más importantes del movimiento indigenista. Su estela literaria influyó en generaciones de autores y artistas dejando una huella imborrable e imperecedera en el mundo de la literatura andina.

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Alegría nació en 1908 en la hacienda Quilca, en los alrededores de Huamachuco. Recibió una educación liberal por parte de sus padres, que contrastaba con el entorno conservador de la época; estudió la primaria y secundaria en el Colegio Nacional San Juan de Trujillo, en donde fue estudiante del joven poeta César Vallejo. Se involucró en la política, y luego del fracaso de la Revolución Aprista de 1932, fue perseguido, encarcelado y torturado; hasta que, una amnistía lo liberó al año siguiente. Sin embargo, en 1934 fue deportado a Chile, desde donde desarrolló su esmerada actividad literaria.

En 1935, publicó “La Serpiente de Oro”, obra ganadora del certamen de la Editorial Nascimiento. Desde entonces, tradujo obras del francés, mientras preparó su segunda novela: “Los perros hambrientos”, que obtuvo el segundo lugar en el concurso promocionado por Editorial Zigzag, ante un fallo del jurado que fue calificado como polémico.

En 1940, gracias al apoyo económico de un grupo de intelectuales anónimos, redactó su obra magna: “El mundo es Ancho y Ajeno”, novela que obtuvo el primer lugar en el Concurso Latinoamericano de Novela, convocado por la editorial Farrar & Rinehart y auspiciado por la Unión Panamericana de Washington en 1941. Por ende, la obra se publicó en inglés, bajo el título: “Broad and Allien is the World”, siendo un éxito comercial y con la crítica, convirtiéndose en uno de los libros favoritos de Ernest Hemingway.

¿Existe algún parangón entre el sur profundo de Estados Unidos, y la puna o los páramos andinos?

Alegría dedicó el resto de su vida a la actividad diplomática, a impartir clases y talleres de literatura en diversas universidades de América, y, a la política peruana. Además, escribió un libro de relatos titulado: “Duelo de Caballeros”, y varias novelas cortas que quedaron inconclusas y/o fueran publicadas de forma póstuma.

De entre estos textos, la obra: “Siempre hay caminos” fue considerada por la crítica como una verdadera joya literaria. Revisemos, a breves rasgos, la trama de la obra para después, interpretar algunos de sus elementos y verificar su pertenencia a la corriente indigenista.

El argumento de: “El Mundo es Ancho y Ajeno” gira en torno a la destrucción de la comunidad andina tradicional, a manos de los terratenientes que pertenecen a la élite política del Perú. En efecto, la protagonista de la novela es la comunidad de Rumi, y sus personajes, son sus comuneros, así como los vecinos del pueblo de Muncha y los hacendados de Umay -que significa cabeza, en alusión al poder e influencia que tenían los dueños de la tierra en el ámbito de la política regional y nacional peruana-.

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La tranquilidad de la comunidad de Rumi, se ve interrumpida cuando don Álvaro Amenabar, dueño de las tierras de Umay, decide ampliar sus dominios despojando a la comunidad de Rumi de su territorio, obligando a sus habitantes a desplazarse a las tristes y salvajes alturas de Yanañahui.

La caída de Rumi propició la dispersión de muchos de sus comuneros que encontraron rumbos distintos: cosechar coca en los valles, buscar caucho en la selva, vagar perdidos entre las punas, o trabajar como marginados en la Lima capitalina. Otros pocos comuneros resistieron; sin embargo, a pesar de la ayuda de bandidos, de brujas y de defensores legales, a pesar de tomar las armas y defender lo suyo, fueron derrotados, pisoteados, asesinados.

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La comunidad desapareció, mientras la hacienda extendió sus tierras. Los comuneros terminaron muertos, fugados u obligados a trabajar en las plantaciones de coca de Amenábar. A continuación, vamos a interpretar algunos de sus elementos: los personajes, el paisaje/naturaleza, y la denuncia social.

En primera instancia resalta el esquema coral de sus personajes. Es cierto que muchos de ellos destacan, como Rosendo Maqui, alcalde de Rumi; y varios de los comuneros: Benito Castro, Augusto Maqui, Demetrio Sumallacta, Amadeo Illas, Calixto Paucar o Juan Medrano. También son relevantes: Bismarck Ruiz, abogado que traiciona a la comunidad; Nasha Shuro, chamana y curandera de Rumi; el Fiero Vásquez, líder de la banda de bandoleros; o el propio Amenábar, antagonista literario y representación crítica del gamonalismo.

Sin embargo, ninguno de estos personajes adquiere la relevancia que tiene la comunidad de Rumi en conjunto, con sus dolores y alegrías, con sus sueños y esperanzas, con sus humillaciones y derrotas. La narración adquiere un carácter polifónico, posibilitado por un narrador omnisciente que, siguiendo un esquema decimonónico (casi caduco para entonces) heredado del realismo/naturalismo, permite la irrupción de múltiples voces, para generar una polifonía. Así, se intercalan los relatos de los personajes; pero se mantiene la comunidad como escenario, como recuerdo o como panacea protagonista.

Por eso, Alegría sigue la corriente indigenista que desarrolla una dicotomía entre comuneros e indios (pogos) sujetos a las haciendas. Es decir, se retratan a los comuneros como hombres y mujeres andinos y autosuficientes, con unos valores sociales y uno organización política propia que les permite interactuar con otros sectores sociales desde su posición comunal.

En contraste, los indios sujetos a las haciendas, que perdieron sus comunidades o territorios y que fueron obligados a trabajar en beneficio de los terratenientes, se vuelven dependientes de la hacienda, perdiendo valores andinos y formas de organización política que se subordinan a las formas hacendatarias; de manera que, los pogos son, personas reducidas a casi esclavitud, a una condición de indigencia. Este es uno de los elementos trascendentes de la novela: la lucha de la Rumi por mantenerse firme y unida ante los embates de la (in)justicia, el poder político, las milicias, las estafas y los gamonales.

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Al igual que en las anteriores novelas de Alegría, la narración ubica recursos de la oralidad y del paisaje para dotar de cercanía a una novela que, siendo un cúmulo de relatos en torno a un eje central: la comunidad de Rumi; es mucho más que la suma de sus partes. Acá el autor intenta ir más allá, extendiendo el habla y la presencia de los cerros, las plantas y los animales, como si fueran partícipes de estos relatos; sin embargo, no lo consigue del todo.

En efecto, Alegría intenta superar el indigenismo, al involucrar elementos de la naturaleza o del medio ambiente, como personajes con agencia en la narración; pero su idea del progreso, cercana a las ideas positivistas sobre la modernidad, producen una ambivalencia: los comuneros se conciben un continuum del medio ambiente desde una cosmovisión andina, mientras el narrador los tacha de crédulos, infantiles y/o supersticiosos. Entonces el narrador y el autor desestiman el que pudo ser el máximo logro de la obra: un incipiente giro ontológico, que sería llevado al siguiente nivel por José María Arguedas.

En el “Mundo es Ancho y Ajeno”, a diferencia de las anteriores novelas del escritor peruano, en donde la oralidad y el paisaje proponían una ontología otra; se destaca la carga ideológica y el componente de denuncia social. Así, las enormes peripecias y sufrimientos que atraviesa la comunidad de Rumi, serán una preparación para un despertar de la conciencia y la toma de las armas. La ideología modernizadora progresista de Alegría cobra vigencia, toda vez que, traslada a la novela sus ideas sobre la transformación de los indígenas en campesinos, de los campesinos en obreros, de los obreros en sindicatos.

Resultan contundentes los últimos episodios de la novela: cuando Benito Castro, después de convertirse en trabajador limeño y entrar en contacto con las ideas socialistas marxistas, regresa a la comunidad; pero no regresa a sus costumbres supersticiosas. Así, el narrador/autor, trasluce su ideal de progreso, en donde, los campesinos deben convertirse en cholos, extirpando el componente andino en favor del componente blanco civilizador.

Es decir, se niega la ontología otra que se intentaba proponer, contrastándola con la propuesta de los partidos de izquierda, bandera del autor y de la crítica especializada de aquel entonces. Esta circunstancia no desestima la novela que, al igual que “Jubiabá” de Amado, o “Las cruces sobre el agua” de Gallegos Lara, constituyen altos referentes de calidad literaria, a la hora de proponer la toma de conciencia de campesinos y proletarios para la movilización social.

Estas particularidades incrustan a la obra en el indigenismo, en la cima del movimiento si se quiere; pero no alcanzan a superar las limitaciones del subgénero, -como parecían anticipar los anteriores trabajos de Alegría-, como si lo consigue Arguedas. Entonces los mayores méritos de “El mundo es Ancho y Ajeno” tienen que ver con la reivindicación social clásica del indigenismo, tamizada tanto por el realismo como por el romanticismo del siglo XIX.

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Estos méritos son las profundas reflexiones sobre la condición campesina y rural, la visibilización de los abusos de los gamonales, y, la crítica abierta a la sociedad peruana que legitima, a través de jueces y autoridades, el poder abusivo e invasivo de los terratenientes. Entonces, más allá de la pericia técnica de la narrativa, o los destacados valores estéticos de la obra, Alegría busca resaltar la ética, el compromiso social, la injusticia y su voracidad. Por eso, los lectores de aquel entonces fueron sacudidos, confrontaron la ficción con la realidad, para verificar que esta última, es más dolorosa que cualquier imaginación literaria.

Por eso, la obra fue recibida con emoción y mereció el aplauso de un continente que se encontraba en una transición artística, pues estas tendencias de realismo social -muy potentes en los Andes-, se combinaron pronto con la magia, lo maravilloso y las ontologías otras, para imaginar nuevas textualidades que den vida literaria a esa forma particular de habitar el planeta que tenemos en el Sur de América.

Como colofón, leer el “Mundo es Ancho y Ajeno” es acercarse al día a día de las comunidades andinas del pasado y del presente.

Aunque la denuncia de Alegría pudiera parecer exagerada, o la resolución del conflicto argumental fácil, deus ex machina o programática; en realidad era una circunstancia necesaria en el Perú de entonces, y aún ahora. Las injusticias que sufrieron y sufren las comunidades campesinas y/o rurales quizá son más extremas que las peripecias de Rumi y sus comuneros: la realidad supera la fantasía; y por eso, la novela no es exagerada, mas bien se queda corta, y su resolución no es programática, es el camino que ciertos intelectuales y trabajadores consideraron adecuado ante el poder estatal.

Por supuesto, hay otras respuestas ante la injusticia y violencia legitimada de los estados, una de ellas es la propuesta de Arguedas -rechazada en aquel entonces- de volver a los Andes, de contestar la modernización con ruralidad, al progreso con tradición, y a la tecnología con sabiduría andina. Parece que la perspectiva de Alegría fue superada; sin embargo, fue un peldaño necesario en el devenir literario y en el pensamiento social sobre los Andes.

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Por eso, esta obra es un lugar necesario, un escenario imprescindible, y un texto esencial de la literatura andina. Todas las recomendaciones positivas para la narrativa de Ciro Alegría, una de las voces más complejas y comprometidas del mundo andino.

 

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Escrito por Fernando Endara.
Docente de Lenguaje y Comunicación, Universidad Indoamérica.
Instagram: @fer_libros.

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