Regresamos a Issac Asimov, esta vez con su libro “Civilizaciones extraterrestres”. Fernando Endara, docente de la Universidad Indoamérica, desarrolla 13 ideas sobre esta novela y la obra en general del autor fascinado con la ciencia ficción y la divulgación científica.
Asimov no sólo es un profeta de la ciencia ficción -serie documental producida en 2011 que narra la vida y la obra de ocho autores emblemáticos del género-; también es un divulgador. Narrador y vocero, científico y literato, profeta, profecía y dios.
Un hombre que, con esperanza absoluta en el luminoso futuro de la humanidad, cautiva al trasladar con, creatividad e ingenio, complejos conceptos científicos a sencillo lenguaje popular. Y es que, cada libro de Asimov nos invita a soñar con los pies firmes en la tierra; es decir, nos prepara para viajar en el cosmos a través de la solidez de la ciencia.
El sugerente título de su obra de 1980, “Civilizaciones extraterrestres”, no es un tratado sobre el fenómeno OVNI (UFO), tampoco es una elucubración sobre la vida alienígena y el contacto con los seres humanos; y menos, es un recopilatorio de anécdotas y experiencias de encuentros cercanos del tercero o cuarto tipo. Todo lo contrario: es un libro de ciencia. Un poderoso y asombroso ensayo de astronomía y biología guiado por unas inquietudes trascendentales: ¿Está sola la humanidad en el universo? ¿Existen civilizaciones extraterrestres?; es decir, ¿seres vivos con un altísimo nivel tecnológico y político de organización social? Ante una obra que se guíe por estas premisas, se debería mostrar cautela; excepto si su autor es un hombre probado de ciencia y letras como Asimov.
La obra, extremadamente amena y entretenida, se divide en 13 capítulos, cada uno de los cuáles se compone de 3 o 4 subcapítulos. Asimov nos toma de la mano para revelarnos ¿la verdad? Por supuesto, que no.
Lo que su autor nos revela es una hipótesis, optimista sí, pero absolutamente científica y lógica; sin embargo, es una postura que no es incuestionable, que es más bien, una posición abierta, dispuesta a enriquecerse a través de nuevos descubrimientos astronómicos y adelantos científicos. Veamos, rápidamente, algunas de las ideas y argumentos de Asimov. Para no perdernos entre tanta valiosa información, seguiremos el orden planteado en la obra.
1) La Tierra. Asimov, como buen catedrático, inicia su libro en los orígenes mismos de la vida en nuestro planeta. Discute la evolución celular, la formación de organismos pluricelulares, el auge marino y el sorprendente paso a la adaptación terrestre. Una vez en Tierra, la vida adquirió matices, formas variadas y complejas hasta que, tras una larga evolución, grupos de homínidos descubrieron el fuego, y con él, la energía. Triunfó el Homo Sapiens, quién aprendió a manipular la realidad material mediante herramientas y artefactos… surgió la escritura, la agricultura, la medicina, la religión.
Aquí comienza el argumento de Asimov: para que exista una civilización, el planeta que la contenga necesita una serie de condiciones materiales que aseguren la existencia: agua, atmósfera, materia orgánica, energía (proximidad a una estrella), tiempo de evolución, entre otros.
2) La Luna. Cuando la humanidad pensó en vida fuera del planeta Tierra, el primer lugar al que dirigió su mirada fue la luna, como lo confirman los innumerables relatos de ciencia ficción al respecto. Sin embargo, a pesar de las imaginerías, de las ensoñaciones y de los avistamientos; se comprobó la inexistencia de agua, atmósfera y aire en su superficie, por tanto, se concluyó que no es apta para la vida ¿Qué hay de los otros planetas del sistema solar?
3) El sistema solar interior. La lógica indica que para que la vida florezca, se necesita calor, luz y otros elementos que aporta una estrella. También sabemos que cuando esta radiación es muy potente o leve, imposibilita la vida; por tanto, un planeta habitable es aquel que se ubica en una órbita cercana (pero no tanto) a su estrella. En el caso del sistema solar interior, venus y marte, ofrecieron las posibilidades más imaginativas. Por años, los canales de marte fueron un indicio de vida inteligente, lo que aventuró un sinnúmero de obras literarias y cinematográficas; sin embargo, la exploración demostró que su formación fue natural, y no moldeada artificialmente por alguna inteligencia.
Asimismo, venus también ofreció material para la especulación literaria, el propio Asimov lo intentó en su “Lucky Starr, los océanos de Venus”; aunque, como en el caso anterior, la investigación científica refutó toda posibilidad de civilización en el planeta vecino.
4) El sistema estelar exterior. En este apartado, el brillante Asimov se explaya en explicaciones astronómicas y químicas sobre la composición y el movimiento de los planetas exteriores del sistema solar (los que están detrás del cinturón de asteroides). Concluye que, el sitio más interesante y probable para la vida es Titán, el satélite más grande de Saturno, y uno de los más míticos del sistema solar.
Sin embargo, al carecer de atmósfera, la vida queda imposibilitada más allá del nivel bacteriano. Con respecto a los gigantes como Júpiter, Neptuno, Urano y el propio Saturno, no se descarta la posibilidad de la vida; pero sí de la civilización al argumentar que, la tecnología que permite el paso hacia la organización política es el moldear materialmente el mundo que nos rodea, situación imposible para la vida marítima. En caso de haber vida en estos planetas remotos de nuestro sistema, esta podría ser rica, compleja y variada en formas y ambientes marinos, lo que, en la hipótesis de Asimov, no conduciría a la civilización inteligente. Entonces, ante la búsqueda infructuosa en nuestras estrellas, nos toca mirar a las vecinas.
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5) Las Estrellas. Un planeta habitable es aquel que tenga su órbita cerca; pero no tanto, de una estrella que suministre calor y energía. Ante la imprecisión infinita del número de estrellas, Asimov procede con lógica, anotando en orden cronológico los descubrimientos astronómicos más importantes. Después de complicados cálculos que despliega con la simplicidad y la pericia de un experto en letras y ciencias, llega a dos cifras que rozan lo absurdo. Cantidad de estrellas en el universo: mil trillones (aprox.). Cantidad de estrellas en la vía láctea: trescientos mil millones (aprox.).
6) Sistemas planetarios. Pero no todas las estrellas tienen sistemas planetarios. Para aclarar el panorama, el autor recorre la hipótesis nebular de la formación del universo, la hipótesis de las colisiones estelares y el descubrimiento de los puntos Laplace. Después se sumerge en una entretenida —sorprende que Asimov entretenga con cálculos matemáticos—digresión sobre la rotación y la oscilación estelar para determinar que los sistemas planetarios son posibles solo en aquellas estrellas de lenta rotación, el 93% del total. Serían 28.000.000.000.000 los posibles sistemas planetarios de la galaxia.
7) Estrellas semejantes al sol. Pero una estrella y un sistema planetario no son suficientes para la civilización, se necesita además que esa estrella tenga un tamaño y una edad evolutiva similar al sol, descartando así a las estrellas gigantes, las enanas y las que se hallan en decadencia. Después de varios cálculos, Asimov, indica la cantidad aproximada de sistemas planetarios en nuestra galaxia que giran en torno a estrellas similares al sol: 75.000.000.000.
8) Planetas semejantes a la Tierra. Sin duda, la civilización solo sería posible en un planeta con ecósfera útil en una estrella de Población I, esto es, un mundo incubador de vida, un sitio habitable en una estrella diseminada por la periferia de la galaxia.
Al contrario, las estrellas de Población II están ubicadas en las regiones centrales de la galaxia, lo que implica una mayor cantidad de hidrógeno en su formación y, por ende, altas concentraciones de helio, amoníaco y metano; esto daría lugar a planetas semejantes a Júpiter o Saturno, en donde la vida no se posibilitaría por la poca atracción gravitacional para retener hidrógeno y por la ausencia de componentes imprescindibles como nitrógeno, oxígeno y azufre. Teniendo esto en cuenta serían, según los cálculos del autor, 650.000.000. planetas habitables en nuestra galaxia.
9) Vida. Una vez determinados los planetas habitables, Asimov se pregunta, ¿tienen valor por sí mismo? Es decir, el que un planeta sea habitable no necesariamente va a llevar al surgimiento de la vida, la evolución, la inteligencia y la civilización. Entonces, antes de analizar la vida en el universo, conviene echar un vistazo a la vida en la tierra. Su origen, casi que impreciso, fue expuesto en variadas hipótesis: desde las religiosas, la de la generación espontánea, la visión nebular, y, la teoría de la evolución que, postuló la selección natural como un mecanismo a través del cual los seres vivientes se adaptan a sus entornos, cambiando con el paso de los años. Pero la vida por sí misma, no es la inquietud de Asimov.
Así, esta debe embarcarse en el camino de la evolución, del organismo unicelular a los pluricelulares, después a la vida terrestre y, finalmente a la manipulación material y organización política que conforman una civilización. Se necesita un tiempo para formar y desarrollar la estrella y el planeta. Así, tras complicados cálculos, el libro determina en: 390.000.000 la cantidad de planetas que pueden haber desarrollado una civilización técnica.
10) Civilizaciones en otras partes. Hasta aquí, hemos triunfado. Cierto, pueden existir civilizaciones; pero, como la nuestra, estas pueden encontrarse en un estadio tecnológico intermedio, sin conocer el viaje estelar y, sumidas en caos, hambrunas, corrupción y problemas internos. Entonces para Asimov, faro de esperanza, antes de conocer la galaxia, las civilizaciones inteligentes deberían superar la extinción, en otras palabras, sus integrantes deben aprender a cooperar entre sí, evitando la guerra y la destrucción. Solo después de alcanzar una paz planetaria, se podrían sumar los esfuerzos necesarios para la exploración universal y las visitas a mundos lejanos. Así, el libro aventura su última y decidora cifra: 530.000 planetas en la galaxia con una civilización inteligente que no están sumidas en decadencia.
11) Exploración del espacio. Pero esta cifra no resuelve la paradoja, la complica. Si existen tantas civilizaciones en la galaxia ¿por qué no hemos realizado el contacto? Si existen tantas inteligencias galácticas, ¿en dónde están? Al parecer, no las hemos encontrado, ni ellas a nosotros, debido a que las distancias cósmicas son inexpugnables (por el momento). Alfa Centauro, la estrella más cercana al sol, se encuentra a 4,4 años luz. La siguiente, Sirio, está a 8,63 años, y Rigel, a 540.
Así, aunque se alcance o supere la velocidad de la luz, y, se utilicen los principios de relatividad para la dilatación del tiempo, la exploración espacial deberá ser una carrera de una especie en conjunto, en donde los éxitos se consigan después de miles de años. Entonces no hemos realizado el contacto, porque las distancias galácticas son inexpugnables.
12)Vuelo interestelar. Parece que Asimov encuentra la respuesta a su pregunta. Sí, existen miles de civilizaciones extraterrestres; pero; no hemos realizado el contacto, debido a la vastedad y grandeza cósmica del universo. ¿Qué le queda a la humanidad? Lo mismo que Asimov plantea en casi todas sus novelas: la grandez, la inmortalidad, el cosmos. Lo primero sería superar los dilemas internos: las guerras, la injusticia, la desigualdad.
A posteriori, el libro plantea la cooperación de los diversos estados y naciones para la creación de colonias espaciales en puntos específicos de la órbita, utilizando las órbitas de la ecuación de Laplace. Una vez la humanidad viaje a las colonias, se conseguirá un efecto psicológico que nos prepare para alcanzar las estrellas.
13) Mensajes. Finalmente, el autor plantea la posibilidad de rastrear y enviar mensajes interestelares, a través de diversos mecanismos, para conectar con civilizaciones estelares. Esta idea es algo controvertida pues, se pudiera decir que, enviar mensajes o revelar nuestra ubicación, allanaría el camino para una sociedad bélica con planes de conquista y dominación.
Sin embargo, en la versión de Asimov (la que Sagan recogió y difundió en libros y series televisivas), esto no sería posible puesto que, para que una civilización tenga altos grados de desarrollo tecnológico y se permita explorar el espacio exterior, necesitaría primero, indudablemente, conseguir la paz planetaria, la cooperación mundial: entonces los viajantes cósmicos serían embajadores de sociedades pacíficas, los receptores de nuestros mensajes serían maestros en los caminos de la ciencia y la paz.
Es así como Asimov llega a una conclusión que, por otra parte, no es nueva en su obra literaria y de difusión. Sí, existen estrellas similares al sol con mundos habitables y con vida organizada en civilizaciones en otros planetas; sin embargo, al parecer (por el momento) ninguna ha superado la dificultad de surcar distancias galácticas, quizá porque la mayoría (la nuestra incluida) se encuentra sumida en crisis, violencias y corrupciones internas.
Entonces el primer paso para alcanzar el universo es la paz planetaria, enorme Asimov, optimista y brillante, nos muestra el camino. Después, solo entonces, alcanzaremos las estrellas y, finalmente, en palabras de nuestro profeta de la ciencia: “la humanidad no sería ya una criatura de la Tierra o del sistema solar, sino que pertenecería a todo el Universo, vagando hacia afuera, siempre hacia afuera, formando una gran variedad de especies relacionadas entre sí, hasta que el Universo llegara a un fin enormemente lento”.
Asimov aboga por la humanidad estelar, -nuestro destino- guiado por supuesto: por la ciencia y la ficción.
Escrito por Fernando Endara.
Docente de Lenguaje y Comunicación, Universidad Indoamérica. Instagram: @fer_libros.